LORCA Y LA LUNA (4º POEMA)
Canción para la Luna
luna dormida,
¡qué lentamente caminas!
Cerrando un párpado
de sombras, miras
cual arqueológica pupila.
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Que quizá sea...
una reliquia.
Viva lección
para anarquistas.
Jehová acostumbra
sembrar su finca
con ojos muertos
y cabecitas
de sus contrarias
milicias.
Gobierna rígido
con su turbante
de niebla fría,
poniendo dulces
astros sin vida
al rubio cuervo
del día.
Por eso, luna,
¡luna dormida!,
vas protestando
seca de brisas,
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del gran abuso
la tiranía
de ese Jehová
que os encamina
por una senda,
¡siempre la misma!,
mientras él goza
en compañía
de Doña Muerte,
que es su querida...
luna dormida,
casta Verónica
del sol que limpias
en el ocaso
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Ten esperanza,
muerta pulida,
que el Gran Lenín
de tu campiña
será la Osa
Mayor, la arisca
fiera del cielo
que irá tranquila
a dar su abrazo
de despedida
al viejo enorme
de los seis días.
Y entonces, luna
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blanca, vendría
el puro reino
de la ceniza.
(Ya habréis notado
que soy nihilista)
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