Que mayo es el día de las flores, es
algo que no necesita decirse.
Quizás por ello fue el mes elegido
para homenajear a la más hermosa flor que existe sobre la faz de la tierra.
¡LAS MADRES! Esa flor que, aunque
poco a poco se marchita, siempre tiene para ti una fragancia que te envuelve y
te protege de los olores nauseabundos de la vida. Olor que se conserva en ti,
aunque ella ya no esté a tu lado.
Y aunque hayas sido un insecto que se
llevaba su polen, ella de nuevo se recarga para que tu siguieras disfrutando de
su miel.
Nunca te abandonó en los momentos
difícil.
Nunca te faltó su apoyo, ni su
cariño, ni su amor, sin pedirte nada a cambio.
Por todo eso y por muchas cosas más,
es por lo que, con este poema, tanto el autor como yo queremos rendirle, el
merecido homenajes a todas las madres del mundo.
Y muy ESPECIALMENTE a las de nuestros
amigos y a las nuestras, que a pesar de los tiempos tan difíciles que les tocó
vivir y las dificultades que tuvieron que vencer para sacarnos adelante, no se
arredraron y con sumo trabajo y sacrificios fueron capaces de hacer que nos
sintiéramos sumamente felices.
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