Antiguamente en las casas no había agua corriente, por lo que se tenía que irla a buscar a la fuente que a veces estaba algo retirada del pueblo y normalmente se encargaban las mujeres, preferentemente las jóvenes de ir con el cántaro a buscarla.
Hecho este que daba lugar algunas veces a románticos amores entre las mozas que iban por el agua y los mozos que las esperaban cerca del camino para verlas pasar y dedicarles sus requiebros.
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