Este poema es un elogio a la lluvia, en el que el maestro de poetas Federico resalta las enormes cualidades que el líquido elemento reporta a la tierra y a todos los seres que la habitan.
Aunque la tarde sea gris y las gotas de lluvia golpeen los vidrios de las ventanas, su cadencia rítmica te lleva a recordar los amores imposibles que has guardado en tu corazón.
Y el amor vuelve a renacer al contemplar las gotas muertas en el cristal de la ventana.
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