En este
poema el maestro de poetas, Federico García Lorca, recrea los sueños de una
moja gitana mientras borda los manteles de la misa del convento donde está
enclaustrada.
Mientras
borda, sus pensamientos vuelan atraves de las paredes del convento, hacia las
sierras y los ríos que las atraviesan, evocando la vida en libertad que gozan
sus congéneres. No obstante, continúa aplicándose a sus bordados, mientras la
tarde caía lentamente y soplaba una ligera brisa, que hacía que aumentara su
melancolía.
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