En este noveno réquiem vuelve el autor a inspirarse en la extensa obra de Federico. Esta vez es Doña Rosita la Soltera es la que triste y mocita llama a su primo al que espera sin que este aparezca y le pregunta a Lorca que quien cambiaría los papeles del piano y los claveles de su verano.
Y sigue sus pirando por el primo que no encuentra ni siente.
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