En este poema el maestro de poetas Federico resalta el quejido del cante jondo como un grito que sale del pecho del cantaor y resuena de monte a monte por entre los olivos como un arco iris negro en la noche o como el arco de viola que hace vibrar al viento.
Al oír el grito la gente del Albaicín sale a las puertas alumbrando la noche con sus velones.
del
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