Poema en el que el maestro de poetas Federico parece tener un estado anímico apesumbrados y triste, pues no encuentra el amor que se ha escondido y a él mismo también lo ha escondido el sol.
Ha salido a pasear y ve que los jilgueros llevan gotas de rocío en sus alas, las niñas y las campanas le dicen adiós y va llorando por la calle como un niño abandonado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario