Consecuencias de las Guerras
En las guerras, todo se
destruye, todo se arrasa, empezando por la vida y acabando por caminos, puentes, estructuras y edificios con
siglos de solera arquitectónica cuya fama se ha mantenido y aumentado atraves de los
tiempos.
Cuando
dejan de tronar las bombas, y el ruido de sables amaina, recorren las ruinas,
las aves carroñeras, perros, lobos y alimañas hambrientas rebuscando entre las
runas la carroña que haya quedado para lucrarse con ella.
El
carroñero con más fuerza impone su ley a los restantes, no quedándole a estos,
otra alternativa que aceptar las condiciones a las que le somete el carroñero
mayor, si es que quieren participar de alguna forma en el festín.
Lo
que les suele ocurrir, es que, se tienen que conformar con los despojos
pestilente que tenga a bien dejarle el carroñero mayor.
No
les queda otra salida, tienen que agachar la cabeza, taparse la nariz y
apechugar con lo poco que quede entre las ruinas.
Tampoco
pueden declararle la guerra al carroñero mayor, pues por naturaleza, su
comportamiento está basado, en la traición, la bajeza y la carencia de sentimientos mínimamente nobles, motivos estos, por
los cuales ninguno de los supervivientes de la guerra, se
fía de ellos y no le prestan su apoyo, por estar convencidos de que estas
alimañas lo único que persiguen es chuparles la poca sangre que aún les queda.
Algunas
veces, los planes urgidos por tan despreciables seres, no salen tal y como
ellos lo tenían planeado.
Por
una parte, se encuentran con que el carroñero mayor, les ha dejado el
hueso tan pelado, que no tienen posibilidad alguna de sacarle algo sabroso para
su asquerosa boca.
En
otras ocasiones, se encuentran con que, son los han sobrevivido a la guerra los
que se organizan, llevando a cabo batidas para cazarlos como a conejos, cuando esto sucede se ven obligados a huir con el rabo entre las patas a encerrarse en su
cueva rumiando su fracaso.
Es
entonces, cuando los supervivientes, se dan cuenta de su verdadera fuerza y una vez que
se han librado de esos depredadores de poca monta se unen y declaran la guerra
al carroñero mayor, el cual más tarde o más temprano, también sucumbirá bajo el
empuje imparable de los supervivientes.
Autor:
Pera H.
Fecha:10/2016
Demasiados carroñeros en este mundo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Diego, si hay demasiados...
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