A GRANADA
En los aires malaheños
Resuenan aun los suspiros.
Que de su pecho escaparon
Cuando se volvió a mirarla.
En lo alto del montículo
El rey moro suspiraba
Y con lágrimas en los ojos
Se despidió de Granada.
Cuando en su lejano exilio
A él la muerte le alcanza…
¡Raudo…!
Raudo su espíritu vuela
Al encuentro de la Alhambra.
Y desde entonces…
El hechizo moro
Se refleja en los ojos
De la mujer de Granada.
Autor: P.H.
- Septiembre: 2016
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