miércoles, 28 de noviembre de 2018

ESCENA 3ª






ESCENA 3ª

MIS PRIMERAS LETRAS



Esta escena transcurre en la finca donde teníamos el tejar.

Allí, mi padre en tiempos veraniegos se dedicaba a hacer tejas y ladrillos macizos para la construcción. Durante el invierno esta actividad no podía desarrollarse debido a que las lluvias destruían las piezas confeccionadas por estar estas en estado crudo.
 En la finca, teníamos una casita donde pernoctábamos en dicha época, circundada por sendos barrancos, puesto que se ubicaba en lo alto de un pequeño montículo.
No sé por qué milagro no llegue a caer rodando por ninguno de ellos, algo que traía a mal traer a mi señora madre cuando jugaba en el llano que había en la parte delantera de la casa.

 ¡Supongo que sería por instinto de supervivencia!

Ahí fue donde aprendí mis primeras letras, y como no, vineros de la mano de una de las dos mujeres mas importantes de mi vida.
Una de ella aún está conmigo y espero que, por mucho tiempo, la otra para mi pesar y dolor, se me marchó para nunca volver.

 Esta última fue la que, con infinita paciencia, a la sombra de un gran pino que había en una esquina de la casita, -cuando ya había terminado con sus menesteres de cada día- me inculcó aquello de… a, e, i, o, u. 
¡Sin lo de borriquito como tú!
Lo de...1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10...
   El… a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.
También me inició en la pronunciación de las distintas combinaciones entre las letras de nuestro bonito y rico idioma, es decir, eso de… la "m con la a" dice "ma"; la "m con la e" dice "me"; la "m con la o" dice "mo"; y así sucesivamente, hasta componer la gloriosa frase que era la primera que todos aprendimos -o al menos yo fue la primera que aprendí- la que decía…"Mi mamá me ama".
Con la misma paciencia y dedicación, unas veces en la pizarra y con el pizarrín, guiaba mi pequeña mano hasta plasmar en la pizarra los signos en forma de letras vocales o las consonantes y los números de nuestro sistema decimal. 


Al cabo de unos meses, no se de donde las sacó supongo que, de la tienda de Avilés, ya que allí vendían de todo lo habido y por haber, me trajo unas libretas de caligrafía, donde estaban las letras escritas a base de puntitos sucesivos entre líneas paralelas. 
Con un lápiz, que también compraría en la misma tienda, había que ir uniendo entre sí los puntos
impresos entre las líneas sin que el trazo rebasara ninguna de ellas.
Rellené unas cuantas libretas de aquellas, pero nada, mi letra manuscrita sigue siendo horrorosa.
Me fastidiaba un poco, cuando sentía la voz de mi madre, decir, ¡Pedro, ven para acá que vamos a leer! ¡No me hacia nada de gracia!  
Con lo a gusto que yo estaba espantando a las gallinas, correteando detrás de los cigarrones que iban saltando a medida que me acercaba a ellos, o cuando bajaba al llano donde mi padre estaba trabajando el barro y me permitía coger un trozo para modelarlo a mi gusto.
Mas que modelar lo que hacia era llenarme de arriba abajo de mancharrones de barro, por lo que antes de darme de leer, se veía obligada a meterme en el baño de zinc que tenía para esos menesteres y darme un escamondado que me dejaba limpio y listo para volver a ponerme hecho un oso de nuevo.
Quizás el haber empezado a leer y escribir a tan temprana edad sea de donde me viene el gusto por la lectura y por emborronar papeles, que es algo que me gusta bastante.
Lo que, si os puedo asegurar, es que nunca agradeceré a mi madre lo suficiente, el ingente esfuerzo que tuvo que hacer para enseñarme lo poco que ella sabía que era eso.
Leer, escribir y a duras penas las cuatro reglas.
¡Mamá, no me cansaré nunca de darte las gracias por todo lo que hiciste por mí y siempre te tendré presente!  
Autor: Pera H.
Fecha: noviembre, 2018

domingo, 18 de noviembre de 2018

ESCENA 2ª



 ESCENA 2ª
LOS NIÑOS DE LA ESCUELA 

Esta escena transcurre ya en donde pasé mi niñez.
Yo la recuerdo, aunque más bien vagamente, por lo que una vez más tengo que echar mano a lo que me contaba la abnegada y nunca bien ponderada, mujer que me llevó en su vientre una buena temporada y aun tuvo redaños para lidiar conmigo durante toda su vida y que me perdonaba y olvidaba todos los disgustos que yo le daba. 
¡NUNCA TE OLVIDARÉ, MAMÁ! 
Tendría unos tres años aproximadamente, ya había consumido la leche materna suficiente como para que mi madre decidiera que ya estaba bien de chupar de la teta.
  Así que empezó a alimentarme a base de “Maizena” que por lo visto era lo que en aquellos tiempos se les daba a los niños pequeños.
¡Debe ser por eso que me gustan tanto las “gachas” con torreznos, leche y miel!
Lo de la leche en polvo, potitos de cereales, fruta y otros preparados alimenticios por el estilo, no existían.
Vivíamos en la calle de los Bancos, casi al final, cerca del portozuelo”.
  
En esa calle y también casi al final, había una escuela a la que solo asistían niños.
Las niñas iban a otras escuelas solo para ellas, ya que no se permita que los niños y las niñas estudiaran juntos, ni jugaran juntos… ni nada de nada.
¡Las niñas no debían de mezclarse con los niños bajo ningún concepto!
No sé dónde iban aquellos niños cuando pasaban por la puerta de mi casa, solo me acuerdo de que me gustaba verlos pasar.
Iban en perfecta formación cantando con sus mochilas colgadas a la espalda, con una uniformidad y marcialidad digna del mejor ejército profesional.
Eran unos tiempos en los que toda tenía que ser uniforme y marcial.
Cuando se acercaba la hora en que solían pasar cada día, me ponía en el escalón de la puerta que siempre estaba abierta, a contemplar como pasaban cuando lo hacían imitaba sus canticos con mi media lengüeta con la que solo acertaba a decir…
¡Kikiki… Kakaka! Mientras me balanceaba hacia adelante y hacia atrás.
Ni que decir tiene, que cuando los niños habían pasado, me volvía hacia el interior de la casa a darle que hacer a mi señora madre, ¡Supongo…!



Autor: Pera H.

Fecha: noviembre, 2018

sábado, 17 de noviembre de 2018

ESCENA 1


ESCENA 1
¡HOLA, MUNDO!


En esta primera escena, trataré de contar como y donde vi las primeras luces y transcurrió mi niñez.

Es evidente que esta escena, la explico de oídas.

Me la contaba la mujer que me dio la vida, con voz embargada por la  emoción.

Me crie y crecí en un pueblo blanco, lleno de encanto de la provincia de Málaga llamado Gaucin y conocido por el sobrenombre de Balcón de la Serranía.

Sin embargo, mis primeras luces no fueron las de este pueblo.

Fueron las del vecino pueblo de Jimena de la Frontera, último pueblo de la provincia de Cádiz con la provincia de Málaga.

Mis raíces son gaditanas, toda mi familia lo es, a excepción de mi hermano que si es gaucinato y malagueño.

Así que soy gaditano de nacimiento y malagueño de crianza.

Se ve que un servidor de ustedes no tenía muchas ganas de venir a trapichear por estos lares, parece ser que me negaba en redondo a saludar al mundo, incluso se ve que me puse todo el rato de culo.

 ¡Me sentiría muy a gusto donde estaba!

Debido a mi insistencia de no aparecer, mis progenitores tuvieron que recurrir a la ayuda de un famoso médico que tenía su consulta en el pueblo vecino ya mencionado.


No es que viniera el médico a nuestra casa de gaucin, no, si no que fuimos nosotros, a donde estaba el médico, ya que mis abuelos vivían allí.

A mí me llevaron sin saberlo yo, si lo hubiera sabido igual me hubiera negado aún más a salir a oreo.

Pero mi madre ya había decido que tenía que salir y cuando una madre de aquellos tiempos se empeñaba en algo de nada valía llevarle la contraria.

¡De nada me sirvió el ponerme de culo!

Como ya no quedaba más remedio que salir de mi estupenda cueva, pues para darle que hacer a todos, se ve que lo primero que saqué fueron los pies.

Así que nací de pie y todo se me ha dado bien.

¡Vete tú a saber…! a lo mejor Los Pazos se inspiraron en mi nacimiento para componer su canción “Nací de Pie” 

Esa fue la primera escena de mi niñez, como curiosidad añadiré que sesenta y ocho años después mi nieto Eloi, a recurrido a la misma treta que yo poniéndose también de culo.

¡Tampoco le ha servido de nada…!

Ya lleva siete meses alegrándonos la vida.







Autor: Pera H.

Fecha: noviembre, 2018

ESCENAS DE MI NIÑEZ (INTRODUCCION)


ESCENAS DE MI NIÑEZ



En esta serie de relatos pretendo ir desgranando las escenas ocurridas durante ni niñez.

Aquellas cosas que te ocurren cuando eras niño y que se quedan en la memoria para siempre, por que la niñez es la época de la vida que vives con más alegría y felicidad, a pesar de que los de mi generación, carecíamos de muchísimas cosas que en estos tiempos parecen imprescindibles.

Cosas tan simples como tomarnos un vaso de leche, tener un tebeo, estrenar un chándal o unos “tenis” (zapatillas)… unos zapatos nuevos, un pantalón y un “Nike” nuevo…(chamarreta).

Eran hechos extrañísimos que solo ocurrían de manera excepcional y con ocasión de grandes acontecimientos.

Lo que nunca nos faltó, fue, las ganas de divertirnos, de pasarlo bien con los amigos y disfrutar del momento, sin preocuparnos de lo que viniera después, aunque fuera la regañina de mamá por llegar echo “un oso” habiendo salido impoluto de casa.



Autor: Pera H.

Fecha: noviembre, 2018


CASIDA DEL HERIDO POR EL AGUA




En esta casida el poeta universal nos habla de la muerte de un niño,  que muere entre la inmensidad de las aguas, o en las ciudades bombardeadas, con bombas implacables o con gases mortíferos, ciudades silenciadas por los efectos de las guerras. Ojalá el grito del maestro de poetas, llegue a todos los rincones del mundo y a los oídos de quienes son los responsables de la muerte de tantos inocentes.
¡Ojalá todos ellos quieran bajar al pozo para ver al herido por las aguas!