lunes, 30 de enero de 2017

Falacia y Demagogia



FALACIA Y DEMAGOGIA CARTA ABIERTA AL SR. JUAN CORNEJO



Barcelona 30/01/2017



      Muy Sr. Mío:

Es un placer y un honor poder dirigirme a Ud. desde la libertad y el respeto que siento por la libertad y el respeto, hacia los demás.

Por lo que deseo que para conmigo se tenga la misma libertad y respeto.

Como también espero que se respeten las libertades de todos aquellos que tengan a bien expresar sus opiniones y razones, aunque estas no coincidan con las nuestras.

Cuando no se está en consonancia con las razones expresadas por otras personas, lo normal y deseable es que expresemos nuestro argumento por los cuales no estamos de acuerdo con ellas.

Lo que no se debe hacer, ¡¡Es dar puñetazos en la mesa ni orquestar maniobras de confabulación para eliminar a quienes no piensan como nosotros!!

Por mi forma de pensar es por lo que me atrevo -Disculpe mi atrevimiento- a decirle… que, en efecto, “Ya está bien de falacia, engaño y de demagogia”.
Ya esta bien de que políticos que llevan toda su vida cobrando del partido que los sustentan y del erario público, sigan pretendiendo engañar y confundir a quienes los mantenemos con subterfugios y malas artes para mantenerse en su privilegiado puesto. 

Si, “Hay quien se mira al espejo y se cree el más guapo/a del mundo”.

Pero no solo se cree el/la más guapo/a del mundo, sino que además que es al/la más listo/a, el/la más imprescindible, ¡Vamos que sin él o ella el mundo dejaría de girar!

Le puedo asegurar que el mundo no se va a parar, va a seguir girando por más que les pese a estas personas que se creen que son el ombligo del ídem.

Como Ud. bien sabe, o debiera saber, tengo entendido que es Ud. profesor, o a lo mejor se le ha olvidado… pues, parece ser que hace bastante tiempo que no ejerce la docencia, existe una máxima que dice… “Renovarse o morir” 

Es lo que necesitamos y queremos los que votamos cada cuatro años, queremos una renovación de los políticos y políticas que como Ud. llevan treinta años “SIRVIENDONOS”, que dejen ya de “SEVIRNOS”, que se marchen a sus casas, que no nos digan más lo que tenemos que hacer, somos mayorcitos ya para que nos den lecciones, las tenemos más que aprendidas todas.

Créame ya sabemos discernir entre los que mienten y hacen demagogia para seguir disfrutando de los privilegios que han tenido y siguen teniendo durante los treinta años que llevan ejerciendo de políticos y que por mor de una renovación los ven peligrar, por eso cuando alguien les dice que… “Ya está bien de tanto chupar del bote, que se les va acabar el chollo”; montan operaciones traicioneras e intentan confundir a los demás con palabras falsas y vacías de contenido.

Ya sabemos discernir entre esos y los que desean una renovación para que no mueran los derechos conquistados por la humanidad después de tantos y tantos años de lucha y sacrificios.

Sr. Cornejo, lo que no se debe pedir es lo que uno no ha sido capaz de dar, se queja Ud. de que se está “embarrando” el terreno de juego… y se olvida Ud. de quienes fueron lo que desataron “La Tormenta Perfecta”.

El error de bulto de esos malandrines, fue, no prever que la tormenta se podía convertir en huracán y que este se los llevaría por delante.

Ahora, Sr. Cornejo, lo que toca es, salir del barro, limpiar los lodos y asear la casa, tirando a la basura los tiestos que han quedado inservibles, que no son pocos.

Tarea que no va a ser fácil, pero con esfuerzo y constancia seguro que se llevará a cabo y volverá a relucir y oler la casa a socialismo como antes de la borrasca.

Sin más por ahora, reciba Ud. mi más cordial saludo.

Quedando a su disposición…



 Pera H.



 


lunes, 23 de enero de 2017

viernes, 20 de enero de 2017

La Vanguardia






Decía mi madre que me gustaba mucho la Maicena, debía de ser por el anuncio del día de mi nacimiento.


lunes, 16 de enero de 2017

La Vanguardia

  La Vanguardia del día en que yo nací, publicaba estas noticias y anuncios publicitarios.




Lealtad y Respeto


LEALTAD y RESPETO

(CARTA ABIERTA AL SR. JAVIER FERNÁNDEZ)



BARCELONA  16/01/2017



Muy Sr. Mío:



En primer lugar, permítame enviarle mi más cordial saludo, permítame también que le exponga el motivo por el cual me dirijo a Ud.

Dicho motivo es reflexionar, sobre sus gentiles palabras pronunciadas durante la reunión que ha mantenido Ud.  con sus compañeros de partido recientemente, de las que se han hecho eco la mayoría de medios de difusión de nuestro país incluso en las redes sociales, en formato PDF.

 Afirma Ud.  que es de los que creen que los problemas políticos se dividen en dos: Los que les preocupan a Uds. -a los políticos y su entorno mediático- y los que preocupan a la gente en general.

Debe de ser, por eso, por lo que se han preocupado Uds.  más por los primeros que por los segundos. Solo así se en tiende, que problemas tan acuciantes como, por ejemplo, las largas listas de espera para ser atendido de una enfermedad, sigan siendo tan enormes, u otras no menos acuciantes como la de las personas mayores de cincuenta años, que pierden su puesto de trabajo, y no ven salida a su situación laboral solo le cito dos de los muchos problemas, que sufrimos, los que no tenemos ni tendremos, el honor de ocupar puesto político alguno.

Bajo mi punto de vista, creo que debería ser los segundos los que prevalecieran sobre los primeros, no en vano, somos la gente común y corriente, los que cada cierto tiempo decidimos con nuestros votos quienes suben y quienes bajan, claro que, puede ser esto lo que más le preocupe a Ud.  y a su entorno, la posibilidad de que les bajemos del pedestal, al que tanto les ha costado subir. 

Nos dice, que tiene Ud.  dos convicciones: Una, “Tiene que ver con la lealtad- transcribo sus palabras- y otra, que están en la oposición.

Tiene Ud.  toda la razón, en primer lugar, se ha de ser leal con uno mismo, con sus principios, con sus ideas y con la palabra dada. Pues mire, en eso coincidimos plenamente.

Ni más ni menos, eso es lo que hizo su predecesor en el cargo, mantenerse fiel a sus principios, a sus ideas  y a la palabra dada a sus votantes, a la mayoría de los votantes de los que Uds.  se acuerdan cada cierto tiempo y de los que, se olvidan al día siguiente de haber terminado la campaña electoral, los que ejercemos nuestro legítimo derecho a decidir, quien sube, quien baja y quien es quien en eso de la política.

Me voy a permitir recordarle que casi quince millones de compatriotas suyos- de un signo o de otro- decidimos, que no queríamos seguir siendo gobernados por una recua de corruptos y mucho menos por su jefe.

Esa lealtad Sr, Fernández, es la que echamos a faltar, esa lealtad que Ud.  reclama, es la que debían de haber tenido presente todos cuantos maniobraron para saltársela a la torera.

En cuanto a su segunda convicción, la comparto en su totalidad, es cierto, están Uds.  en la oposición, pero es una oposición, en la que. a poco se pueden oponer, puesto que si tenían Uds.  alguna fuerza, para ejercerla, la han perdido en el mismo momento que miraban para otro lado, con el fin, de permitir que sus antagonistas siguieran ostentando el poder. 

Por otro lado, afirma Ud.  que no le cabe la menor duda de que unidos volverán a gobernar, pues a mí sí me cabe  esa duda, dudo mucho que Uds.  lo vuelvan a hacer en mucho tiempo, creo que antes deberán reflexionar profundamente sobre muchas cosas, una de ellas, lo que supone ser leal, que me parece que no la tienen muy bien definida.

Habla Ud.  del derecho a ser escuchado y de la libertad de opinión, coincidimos una vez más Sr. Fernández.

Haciendo uso de este derecho a ser escuchado y utilizando mi libertad de opinión, es por lo que, me tomo la licencia de dirigirle estas palabras, mientras que, al mismo tiempo me acuerdo de todos los militantes de su partido, a los que el anterior líder quería escuchar, para saber su opinión sobre los acontecimientos que se desarrollaron meses atrás en nuestro país, algo que una mayoría de dirigente y compañeros suyos no le permitieron, por eso escucharle hablar de estos derechos, como mínimo me sorprende. Pienso que esos militantes, - yo no lo soy, aunque simpatizo con ellos- tienen el mismo derecho a ser consultado y a expresar su opinión como cualquier dirigente o exdirigente.

Comenta Ud.  que se han de medir las palabras, mire Ud. lo que realmente se han de medir y milimétricamente, son los hechos, y estos por parte de su partido, últimamente, dejan mucho que desear, al menos desde mi punto de vista.

Pone Ud.  dos condiciones, para poder hablar, no hacerlo en nombre de la verdad y no mentir; Pues siento discrepar con Ud.  -en algo debería hacerlo, ¿no…? - creo que se debe de hablar con la verdad por delante y en nombre de ella, para mí, quienes hablan empleando subterfugios para enmascararla, no me merecen la más mínima consideración o respeto.

Es cierto, no se debe mentir, en eso estamos de acuerdo totalmente, pues ,eso es lo que han hecho, por activa y por pasiva, muchos de los dirigentes y exdirigentes de su partido, mentir a los que le otorgaron su confianza en forma de votos, para que entre todos pudiéramos recuperar el estado del bienestar, por el que tanto hemos luchado y por el que tantos verdaderos socialistas de corazón se sacrificaron. Nos han mentido Uds. cuando ni han intentado, ni han permitido, que se intentara desalojar del poder a la panda de corruptos que han destruido y siguen destruyendo, todos los derechos que con tanto esfuerzo habíamos conseguido.

Nos habla Ud.  de historia, reprochando como algo anómalo, el que un partido, que ha sido seña de identidad para mucha gente, renuncie a los que los construyeron, es cierto no se deben de olvidar a las personas que han contribuido a hacer grande y honesta a una organización tan importante. ¡Qué quiere que le diga…!; Eso es lo que precisamente han hecho Uds.  olvidarse de su historia y de quienes la escribieron, ¿Qué pensarían, por ejemplo: los Sres. Pablo Castellano, Ernets Lluchs, Nicolás Redondo, el Sr. Peces Barbas, o el “Viejo Profesor” al ver como con vuestro consentimiento sigue ostentando el poder la derecha más recalcitrante?

  Esos y muchos otros personajes anónimos, pero no por ello, menos luchadores e importantes y a la historia que ellos representan,es a lo que han renunciado y proscrito Uds.

En fin, Sr. Fernández, podría seguir dando contestación a cada uno de los puntos de su discurso, pero entonces esta carta sería tan larga e infumable como él, yo también voy a terminar pidiendo respeto.

Respeto para esos miles de votantes, a los que Uds.  han engañado y usurpado su voto, respeto para sus compañeros que no quisieron secundaron la mentira y la falta de lealtad a la que Uds. querían se sometieran.

Sin más, por ahora, quedando a su entera disposición, me despido de Ud.  reiterándole mi más cordial saludo.

                                                                              Pera H.

sábado, 14 de enero de 2017

Nieblas en Gaucin





El día, 8/9/15, Gaucin amaneció envuelto en algodones blancos y volátiles, fue el día perfecto para tomar un café calentito acompañado con los magníficos churros que elaboraba la Sra. Rosa en la Plaza de Abasto.

miércoles, 11 de enero de 2017

Solitario y Libre


SOLITARIO Y LIBRE

Raimundo, -al que todos llamaban Rimundo- se consideraba un hombre solitario y libre, solitario por su carácter taciturno, su timidez y su falta de costumbre en la alternancia social.

Su soledad, aunque le acarreaba algunos inconvenientes, no le preocupaba en absoluto, se sentía libre en la soledad que compartía con su compañero y fiel amigo Rufo.

Montolla, era el otro componente del trio que formaban juntos, los tres compartían una vida rural con la que se sentían plenamente realizados.

  Rufo, llego a su lado muy joven, cuando aún era un pequeño cachorrillo de perro lobo, que algún desaprensivo había abandonado en algún punto kilométrico de la carretera que,  bordeando  su pequeña finca, unía entre si los distintos pueblos de la serranía.

Rimundo adopto a Rufo, volcando en él todo el afecto que emanaba de su pecho y que no tenía ocasión de demostrarle a los individuos de su misma especie.

Rufo, supo apreciar las atenciones que su amigo y compañero le prodigaba y se las devolvía entreteniéndolo con sus inagotables ganas de jugar como cualquier otro joven de su edad.

Montolla, no los acompañaba asiduamente a ambos, porque Rimundo limitaba sus movimientos al mantenerlo sujeto al tronco de algún árbol o a cualquier otro objeto que él no pudiera arrastrar, mediante una larga cuerda o “jical” que ataba por uno de sus extremos al árbol y por el otro a una de sus patas delanteras.

No obstante, Montolla, observaba desde la distancia los movimientos de sus dos compañeros y si constataba que se habían olvidado de él, o necesitaba de su presencia lanzaba al aire su grito en forma de rebuzno y sus compañeros acudían de inmediato a su presencia.

   Montolla sabía que era muy apreciado por sus dos amigos, por eso a veces, se permitía caprichos que exasperaban a Rimundo, tozudo como todo pollino que se precie, solo cejaba en su empeño, cuando Rimundo preso de una enorme irritación, le sometía a alguna medida disciplinaria que lo hacía volver a la senda del entendimiento.

A Rimundo le gustaba vivir en el campo, se sentía a gusto y feliz, cuando, realizaba las tareas cotidianas que su pequeña finca requería diariamente con el fin de que esta le proveyera de los productos necesarios para la subsistencia de ambos.

En la misma finca disponía de una acogedora casita que él mismo se había ido construyendo con mucha paciencia y esfuerzo, que compartía con su inseparable compañero Rufo, con quien se compenetraba a la perfección

La casa, en su parte trasera contaba con un cobertizo para que Montolla pasara las noches lejos del alcance de los amigos de lo ajeno, como también, para que estuviera a salvo de los depredadores nocturnos que abundaban en los montes cercanos y resguardado de las inclemencias del tiempo en las noches invernales.

No necesitaban nada más, vivían en plena naturaleza, con una libertad sin límites, gozando de las maravillas que esta les regalaba cada día.

En las épocas más cálidas de año, solían despertarse temprano, tan temprano que, contemplaban extasiados, uno junto al otro, los claros amaneceres y el resurgir del Dios RA, iluminando con sus rayos dorados los valles y montes, haciendo que la diversidad de los colores de estos brillase con fuerza por el efecto de las gotas del roció mañanero que había caído sobre ellos. Mientras Montolla, en su cobertizo rebufaba con fuerza, reclamando salir del mismo.

  Aderezaba la bella estampa, los trinos suaves y al mismo tiempo cálidos y variopintos de los pajarillos y otras aves que anidaban en los árboles y arbustos de los alrededores.

Cuando llegaba la noche, y se hacia el silencio profundo, claro y sereno, roto solo por el graznido del búho, el del mochuelo, el aullido lejano de algún lobo o el gruñir de los jabalíes que habitaban en los montes cercanos. 

Rimundo, se sentaba a la puerta de su casita, en su “banqueta de corcha”, - que él mismo se había confeccionado -, con su espalda apoyada en la pared y con su fiel Rufo tendido sus pies, para disfrutar ambos, de la suave y calidad brisa nocturna que movía acompasadamente las ramas de los arboles como si fueran gigantes agitando con lentitud sus brazos en el aire.

Abría su “preciso”, sacando de él la “petaca” del tabaco, la “yesca”, el “pedernal” y su “cachimba”, de la cual se sentía muy orgulloso, puesto que le había costado buenas horas de su tiempo el construirla, partiendo de una “cepa de brezo”, que había arrancado del monte colindante con su finca.

El tiempo transcurría lentamente, mientras observaba el brillante fulgor de las estrellas en el firmamento, aspirado el aromático humo del tabaco que poco a poco se iba consumiendo dentro de su “cachimba”.

Cuando la combustión del tabaco tocaba a su fin y la cazoleta de la “cachimba" empezaba a perder calorías, llegaba el momento de abandonar la contemplación del majestuoso espectáculo, con el que, el cielo limpio y oscuro de la serena noche, había impregnado sus retinas.

Con pereza, por tener que abandonar la visión de tan formidable espectáculo, tanto él como su compañero, se levantaban de sus respectivos asientos, dirigiéndose hacia el interior de la casa, donde les aguardaba el confortable lecho, donde descasarían hasta el día siguiente en que volverían a su rutina diaria.

En la época del año en que las condiciones climatológicas cambiaban y se hacían más desapacibles y aunque el Dios RA, tardaba más en alcanzar la plenitud de su fuerza luminosa, ellos, seguían fieles a sus costumbres mañaneras, con la única diferencia de que tardaban algo más en comenzar a realizar las labores agrícolas que en aquella época debían de llevarse a cabo, ya que la oscuridad de la noche tardaba un poco más en disiparse totalmente.

Rimundo, después de comprobar, atraves de algunas de las ventanas de la casa, las condiciones climatológicas del día, abría la puerta de salida al exterior descorriendo las “fallebas” con las que aseguraba su cierre por las noches.

Una vez comprobadas las condiciones del tiempo… si llovía, hacía mucho viento…etc. procedía a reavivar el fuego en la chimenea si aún quedaban ascuas de la noche anterior.

Si no quedaba ninguna encendida, se armaba con su “mechero de martillo”, y prendía algunas de las piñas que tenía reservadas para tal fin al lado de la chimenea, colocándole encima la pertinente cantidad de “leña” para que la lumbre volviera a lucir con toda su fuerza y esplendor.

Una vez encendido el fuego, y posicionado las “estrévedes” sobre el mismo colocaba sobre ellas la cafetera convenientemente preparada y esperaban a que se esparciera en el interior de la casa el aroma característico de café recién hecho.

Mientras que ese momento llegaba iba a buscar en la “talega” del pan la “hogaza” de donde cortaría las “rebanadas” que tostaría en el fuego.

También buscaba la “orza” donde tenía la deliciosa “zurrapa de lomo” con la que “pringaba” las tostadas que ingerían tanto él como su inseparable compañero Rufo.

Culminado el suculento desayuno, provisto de la herramienta apropiada, alguna de las muchas que se solían utilizar en las labores del campo, salían de la casa, dirigiéndose hacia el lugar de la finca donde realizaría la intervención programada para ese día.

Unas veces se armaba con la “zoleta” y se dirigían al trozo de viña que  ubicada en uno de los rincones de la finca, procediendo a cavar la tierra y a descubrir el tronco de cada vid con el fin de quitarle las dañinas “barbas” que impedían el rendimiento óptimo de cada planta, para acto seguido volver a “aporcar” el tronco  con la tierra removida, con el fin de que la frondosidad de  esta  alimentara al máximo la planta. 

Otras veces tocaba utilizar el “calabozo” para “rozar” las abundantes matas de zarzas y otras plantas silvestre que hacían disminuir la superficie cultivable de la finca, por lo que era necesario atajarlas a toda costa.

El “escardillo”, era la herramienta con la que debía de partir hacia el “pegual” de trigo, cebada u otras legumbres, sembradas en su momento, en algún lugar de la finca, ya que se debía de depurar a conciencia las malas hierbas que crecían espontáneamente y que no dejaban que los cereales alcanzaran la productividad adecuada.

En otras ocasiones, era el “hacha”; “el rastrillo”; la “tijera de podar”; la “navaja de injertar”  u otras de las necesarias para la realización de la tarea que se proponía llevar a cabo durante la jornada.

Al caer la noche, daba por terminada la jornada, disponiéndose a disfrutar del merecido descanso nocturno.

Durante esa época invernal, el sitio elegido para el disfrute del aromático humo de su “cachimba”, era junto a la lumbre que ardía en la chimenea y de la que se desprendían de vez en cuando chispas que dibujaban en el aire estelas caprichosas antes de caer al suelo convertidas en ceniza.

Lumbre que no solo era usada para la condimentación de las comidas ingeridas a lo largo de la jornada, si no, que también mantenía una agradable temperatura en el interior de la casa.  

En una de sus vistas al pueblo cercano al que acudía con cierta periocidad a buscar provisiones, encontró en la tienda de su amigo Juan de Dios, una bonita silla baja con el asiento de “neas”, la cual adquirió pagándosela a su amigo en plazos según su conveniencia.

Esta silla es la que utilizaba para sentarse al lado de la lumbre, su “pelliza” sobre los hombros para no sentir frio en la espalda, con su inseparable Rufo que también buscaba el calor de la “candela”.

En el periodo invernal las noches se alargan más que en el tiempo veraniego, así que buscaba alguna forma de matar las largas horas nocturnas con manualidades que al mismo tiempo cubrieran las necesidades complementarias de los utillajes necesarios para sus quehaceres diarios.

Con un buen manojo de esparto, sujeto bajo axila. que previamente había tenido la previsión de acondicionar para poder usarlo en la confección del “jical” o para la útil “toniza” con los que poder atar algún “jace” de leña o cualquier otra cosa que se “terciara”, se sentaba en su silla baja al calor de la “candela” a esperar la hora de ir a descansar.

Otras noches sus trabajos manuales los llevaba a cabo usando su “navaja de injertar”, bien fuera, preparando un “témpano”, con un trozo de “corcha”, o bien, un “viro” tallándolo a partir de un palo de “jara” como también alguna “traviesa”, algún “atijo …”; elementos estos, que le servían para usarlos en lo referente al manejo y cultivo de sus colmenas, ya que era un gran maestro en lo referente a la ciencia de la apicultura.

Sus pensamientos se centraban mayormente en la programación y revisión de las tareas realizadas durante la jornada y las que tenia previsto llevar a cabo en jornadas posteriores, planeando, por ejemplo, como volver a su cauce el arroyo que se había salido del mismo, en la forma de limpiar el “suelo” de los olivos, los algarrobos, los almendros… para poder recolectar sus frutos con el menor trabajo posible.

En fin, a veces se ensimismaba contemplado las llamas de la lumbre, que ascendían hacia el interior de la chimenea formando caprichosas formas en el aire. 

Pero aquella noche no era así, por más que lo intentaba, incluso sacudiendo a veces su cabeza, no conseguía centrar sus pensamientos en lo cotidiano del día siguiente, se sentía inquieto, alterado, su mente reproducía imágenes entre las llamas que consumían el grueso tronco que ardía en la chimenea y que él deseaba desterrar de ella.

 Como la desazón que sentía en su interior no cesaba, decidió dar por terminada la “toniza” estaba haciendo y levantándose de la silla revisó, con sumo cuidado los productos con los que, al día siguiente después del pertinente desayuno, cargaría a Montolla y partirían hacia el pueblo.

Terminada la revisión, determinó que lo mejor sería irse a descansar a la cama, aunque si saber porque, tenía la sensación de que aquella noche no iba a descansar muy bien.

Cerró la ventana de la cocina y el “postigo” de la puerta asegurando ambas cosas con las correspondientes “fallebas” y “pestillo”, dirigiéndose tanto él como Rufo a sus respectivas camas.

Sus presagios no fueron baldíos, las imágenes de su mente se reproducían sobre el techo de la habitación una y otra vez, lo cual le hacía dar tumbos hacia un lado u otro de la cama, sin lograr conciliar el sueño.

Desde la suya, su amigo Rufo lo observaba con cara de preocupación, no era la primera vez que veía a su compañero en aquellas condiciones, sospechando que pasaría lo de siempre, por lo que debía de estar preparado para ayudarle.

No era la primera vez que se sentía así, le pasaba cuando al día siguiente tenía que desplazarse hasta el cercano pueblo, con el fin de reponer algunas de las provisiones que le empezaban a escasea y al mismo tiempo dejar en la tienda de su amiga Anita las hortalizas, huevos legumbres y frutas recolectadas durante los últimos días para que ella las pusiera a la venta y de esa forma obtener el dinero necesario para saldar sus compromisos económicos.

Su amiga Anita era una mujer algo entrada en años, bueno no tantos…; más o menos serian de la misma edad, ¡es que él tampoco era ya ningún niño!, ambos habían dejado atrás los años de la adolescencia.

Anita no era una mujer de gran estatura, quizás algo más bajita que él, pero poseía la serena belleza que proporciona la madurez y la esbeltez de las personas en la plenitud de su vida.

Sus cabellos negros y brillante como las noches serranas, caían como cascada alegre y revoltosa sobre sus hombros, dándole a su cara un halo de misterio y embrujo que Rimundo no sabía descifrar y que le producía una profunda turbación cuando se encontraba ante ella, completaba la estampa unos ojos brillantes como el lucero del alba y también negros como el carbón, una tez morena curtida por los aires fríos e intenso de la serranía.

Regentaba su tienda desde detrás del antiguo mostrador que estaba instalado frente a la puerta de entrada, recibía a sus clientes con la mejor de sus sonrisas, teniendo siempre para ellos un saludo agradable con el que mostraba el afecto que por ellos sentía.

Aquel día, Anita estaba mucho más contenta y al mismo tiempo nerviosa que de costumbre, por eso se había arreglado especialmente su bonito pelo, su cutis y tanto sus ojos como sus labios lucían mucho más hermosos que cualquier otro día.

Sus clientes y vecinos suponían el motivo por el cual, Anita se acicalaba con tanto esmero, todos la saludaban con una pícara sonrisa comentándole lo guapa que estaba ese día, a lo que ella contestaba, un poco arrebolada… “Mira, hoy me ha dado por ahí…”; “Nada mujer…hay que ponerse guapa de vez en cuando, que todavía estas en edad de merecer…”-le contestaban, acompañando la contestación con un guiño picaresco. 

Por fin, a Rimundo le venció el sueño, pero este no fue en absoluto sosegado, a altas horas de la madrugada, salto de la cama, se calzo sus “botillos” de forma maquinal y envuelto en su “pelliza” caminó con resolución hacia la puerta de la casa, su compañero Rufo, que dormitaba a los pies de la cama de Rimundo se despertó y dando un brinco se situó delante de su amigo, dispuesto a apartar cuantos obstáculos pudiera encontrarse en su camino hacia la puerta, tal y como había hecho otras veces.

Rimundo había sentido repetidos golpes en la puerta, allí estaba ella, Anita, que le miraba con sus brillantes y profundos ojos negro y su sonrisa de ninfa, rodeando su silueta un halo de luz que realzaba su figura, cual diosa salida del mismísimo olimpo.

Preso de su nerviosismo, no atinaba a descorrer el “pestillo” con el que aseguraba el “postigo” cuando por fin, con mano temblorosa consiguió abrirlo, la fría brisa de la madrugada, al impactar sobre su rostro, hizo que se despertara abriendo por completo sus cerrados ojos, que contemplaron la negra oscuridad de la fría noche invernal que discurría lentamente hacia el nuevo día.

Como por ensalmo, la grata visión había desaparecido de sus ojos, causándole una tremenda y a la vez triste decepción, con parsimonia procedió de nuevo a cerrar el “postigo” para volver a su cama con gesto de preocupación.

Al llegar al lecho, mientras se descalzaba y dejaba la “pelliza” en la percha, miro a su compañero que a su vez, le devolvió la mirada con cara de reproche.

- ¡Está bien, está bien…! -le dijo Rimundo- ¡ya lo sé, ya lo sé…!;  ¡Que te crees tu que es tan fácil de decírselo...!



    Autor: Pera H.

Fecha: 1/2017


jueves, 5 de enero de 2017

La Leche de Burra


LA LECHE DE BURRA

En estos tiempos modernos que vivimos, la ciencia ha avanzado una barbaridad para procurarnos remedios a casi todas las enfermedades y dolencias.

Remedios que en tiempos pasados se desconocían, o simplemente, no se tenía acceso a ellos con la facilidad de hoy en día.

En tiempos pasados, aunque no muy lejanos, se debía de recurrir a los distintos productos que por sabiduría popular, se aplicaban con el fin de curar o aminorar los efectos de las peligrosas y alguna mortífera enfermedad que cualquier persona pudiera contraer.

Los niños componían el arco de población más vulnerables a las temidas enfermedades que por desgracias abundaban en aquellos tiempos.

Una de las enfermedades que con más saña atacaba a los niños de aquella época, era la tosferina, enfermedad altamente contagiosa, que podía acarrear la muerte del niño que la contraía, o bien dejarle graves secuelas de por vida, por eso los padres se afanaban en usar cuantos remedios curativos estuvieran a su alcance, con el fin de conseguir que su hijo sanara lo más rápidamente posible y que quedara en las mejores condiciones de salud.

Una de las medidas que mejor funcionaba y que lo padres que podían tomaban rápidamente, era el aislamiento, separando al niño afectado del resto de sus hermanos, enviando a estos últimos a casas de familiares cercanos y si era posible a algún pueblo cercano donde estos familiares vivieran.

Par combatir esta enfermedad se usaban cuantos remedios se conocían, tales como el poleo, la menta, los vapores de eucaliptos… y otro menos conocido pero que también se decía que era bastante eficaz: Uno de ellos era la leche de Burra, el cual no era fácil de conseguir.

Ellos eran dos hermanos, dándose, -por desgracia-, la circunstancia de que el más pequeño, contrajo la terrible y temida tosferina.

Tratando de impedir que el hermano mayor se contagiara de la enfermedad, decidieron enviarlo a casa de sus abuelos paternos que trabajaban de vaquero en un cortijo de una población vecina.

Durante todo el periodo de tiempo que duró la enfermedad del pequeño, el mayor lo paso con los abuelos, evitándose de esa forma el seguro contagio de la enfermedad.

Además de sus abuelos, trabajaban en el cortijo una cuadrilla de operarios empleados en la recolecta de la siembra, las mieses se llevaban con las carretas de la que tiraban los bueyes a la era donde se trillaban, usando el trillo arrastrado por una recua de mulos.

De una extensión considerable, en el cortijo había dos caseríos, uno con una casa grande, donde vivían los dueños, y otro, cuya casa era más pequeña, donde pernoctaban los trabajadores temporeros y los que trabajaban durante todo el año en el cortijo.

Informados del motivo por el que el niño se encontraba entre ellos, le prodigaban todos los cuidados, mimos y cariño del que eran capaces, dándole cualquier cosa que al niño se le antojara.

De la casa grande, traían la comida del medio día en una burra, cesando la cuadrilla en sus labores para comer el rancho con verdadero apetito.

El animal había parido un burrito al que amamantaba, como ya hemos dicho con anterioridad, era vox pópuli que su leche constituía un potente antídoto contra la tosferina.

Alguien sugirió, que se ordeñara a la burra para darle a beber al niño la leche con la que se inmunizaría contra la enfermedad

Dicho y hecho, no fue fácil ordeñar la burra, entre unos cuantos la sujetaron por distintos sitios, unos por las orejas, otros por el rabo, por el cuello, etc.                                                                                                 

 Casi la tuvieron que sostener en volandas, en un pote pequeño de hojalata ordeñaron una considerable cantidad de leche, dándosela a tomar al niño cosa que este hizo con verdadero deleite, por ser una leche dulce y cremosa.

El niño quedo de esta manera inmunizado, y no contrajo la enfermedad, no sabemos si fue por efecto de la estupenda leche, o por haber estado aislado de otros niños.

Sea como fuere, el que esto relata da fe fidedigna del sabor de dicha leche, ya que fue el que la tomó, no habiendo probado una leche tan rica y sabrosa como aquella hasta la fecha.





(Fragmento de capítulo VII del libro: Una Vida Dura y Sencilla dedicado a Isabel Cabrera)

 Autor: P.H.

Fecha: 1/2017




miércoles, 4 de enero de 2017

Pobreza y Miseria


POBREZA Y MISERIA



Hoy hojeando la prensa digital diaria veo, en uno de esos medios de comunicación, un artículo refiriéndose a las ciudades donde el riesgo de pobreza y la miseria es más acuciante.

Nueve, de los diez primeros municipios, con el mayor índice de pobreza están en Andalucía, según este medio, que a su vez se hace eco del INE.

Pues que queréis que os diga…; esto me ha extrañado muchísimo, no lo entiendo, claro debe ser porque yo soy un poco duro de “mollera”, que se dice en mi pueblo, de los que somos un poco torpes.

No me lo explico porque, siendo una comunidad regentada – que no gobernada- por una personalidad tan insigne como es la Sra. Doña Susana Díaz estas cosas puedan llegar a pasar.

Parece casi imposible que, con esta señora, al frente de tan hermosa y rica tierra, se puedan dar esas circunstancias tan penosas, máxime, si tenemos en cuenta que, esta señora está tocada por la barita mágica de los dioses socialistas, según pregona alguno de sus muchos aduladores.

A lo mejor es que la barita es de mala calidad y no funciona correctamente por eso a la maga Susana no le salen bien los trucos y a pesar del tiempo que lleva regentando la comunidad, no consigue cambiar la realidad que viven cada día sus compatriotas.

Aunque a mí lo que me da, es que no interesa que esa realidad cambie y, además, que no se tiene ni repajolera idea de cómo hacer para que cambie.

Para lo único que tiene idea la maga y sus aduladores, es para seguir haciendo trucos con los que pretenden ilusionar y engañar al público, no se dan cuenta que cuando acaba la función la realidad se impone y el personal puede ver que esta no se parece en nada, a lo que les quieren vender esta caterva de saltimbanqui.

Volviendo a la realidad pregunto… ¿Qué va hacer la maga Susana para remediar la pobreza que padecen ya sus compatriotas?; ¿Va hacer algo el gobierno Andaluz para cambiar esa realidad de mísera por otra de dignidad?; ¿Tiene alguna idea para revertir esa penosa situación?

Mucho me temo que no, lo único que le preocupa a la corte de vividores que regente Andalucía, es seguir chupando de la teta durante toda su vida, que es lo que llevan haciendo desde hace décadas.

 Para colmo me quieren vender la moto, me quieren hacer creer que esta señora tiene la solución a los problemas que padecemos en el resto del país, por culpa de los gobiernos que han dilapidado los ahorros, el capital humano y los derechos que tanto nos costó conseguir.

Pues mire usted no, no le compro la moto, pueden ponerle alrededor todas las macetas de geranios que quieran, pero no, no conseguirán disimular las pestilencias que despide la gestión que están llevando a cabo, huele tan a podrida que ni con mascarillas antigás, se puede soportar.

Por lo que a mí respecta, pueden quedarse en su casa y no vengan a embardunar las de los demás, pues no quiero que su putrefacción se siga extendiendo.







Autor: Pera Conde

Fecha: 01/2017