POEMA DEL CANTE JONDO (PUEBLO)

En este poema Federico nos habla del calvario que se padecía en Andalucía por estar los montes pelados, es decir cuando el jornalero está sin trabajo y sin poder llevar a su casa ni un trozo de pan para el sustento diario. Los hombre iban liados en sus capotes recorriendo los montes para ver de encontrar algo comestible mientras el viento hace que las veletas giren sin parar el las torres de los pueblos perdido en la Andalucía del llanto.

POEMA DEL CANTE JONDO (POEMA DE LA SOLEÁ)

Este poema pertenece al tercer apartado del libro dedicado al cante jondo, en él Lorca habla de la tierra Andaluza. Una tierra seca y de noches inmensas, mientras sopla el viento en las sierras y en los olivares. Un viento que apaga los candiles y sopla en los caminos y en las alamedas.

POEMA DEL CANTE JONDO (Y DESPUÉS)

Este séptimo y último poema dedicado cante de la siguiriya, el maestro de poetas, Federico, se lamenta de que, con el final de la copla, todo se convierte en un desolado y ondulado desierto. Los laberintos que el tiempo crea, el corazón del deseo, la ilusión de la aurora, los besos, como todo se desvanece, al llegar el final de nuestra vida y solo que el desierto ondulado.

POEMA DEL CANTE JONDO (DESPUÉS DE PASAR)

Este poema lo comienza el maestro Federico diciendo que los niños miran un punto lejano. Es como si miraran el punto por donde han ido volando los quejidos de las siguiriya. Y ya parece que es la hora de apagar los candiles y dar por terminada la fiesta. Por eso ascienden en el aire las espirales del llanto de las muchachas ciegas que se divertían escuchando el cante jondo.

POEMA DEL CANTE JONDO (EL PASO DE LA SIGUIRIYA)

Este Poema del Cante Jondo el maestro Federico, compara el cante de la siguiriya con una muchacha morena y al guitarrista y los palmeros con mariposas negras. Dice que su corazón es frio como la plata y que su cante es como si fueran puñales en la mano diestra. Le pregunta que a donde va con es ritmo tan incierto que nuca llega, como si la siguiriya careciera de ritmo o compas. Y al final de nuevo le pregunta que luna acogerá sus quejidos pues el cante jondo es básicamente eso, quejidos o lamentos por algo que se aprecia y se ha perdido.

POEMA DEL CANTE JONDO (EL SILENCIO)

En este corto poema el maestro Federico nos cuenta como un padre le dice a su hijo que oiga el silencio. El silencio que reina en los valles y en los montes ante cuya belleza no queda otra cosa que hacer sino inclinar la frente en señal de respeto al creador de las maravillas de la naturaleza que nos rodea.

POEMA DEL CANTE JONDO (EL GRITO)

En este poema el maestro de poetas Federico resalta el quejido del cante jondo como un grito que sale del pecho del cantaor y resuena de monte a monte por entre los olivos como un arco iris negro en la noche o como el arco de viola que hace vibrar al viento. Al oír el grito la gente del Albaicín sale a las puertas alumbrando la noche con sus velones. del

POEMA DEL CANTE JONDO (LA GUITARRA)

Este es otro de los poemas del libro Poemas del Cante Jondo. También está dentro del grupo de los Poemas de la Siguiriya Gitana. En este poema el maestro de poetas nos cuenta que allá en la madrugada comienza a sonar la guitarra, siendo sus notas el llanto por algún amor perdido, o por algún suceso que entristece su rasgeo.

POEMA DEL CANTE JONDO (PAISAJE)

Este poema pertenece al libro Poema del Cante Jondo. Está encuadrado dentro del apartado Poema de la Siguiriya Gitana, en él, el maestro de poetas nos habla del paisaje y la serenidad del campo resaltando la belleza de este y sus diversos fenómenos naturales.

POEMAS DEL CANTE JONDO (BALADILLA DE LOS TRES RIOS)

Este poema es el primero de los que componen el libro Poemas del Cante Jondo que el maestro de poetas Federico, publicó allá por el año 1931. En él nos habla de los ríos de Sevilla y Granada, haciendo una comparación entre los tres, compara la majestuosidad del rio Guadalquivir con los misterios y el romanticismo de los de Granada.

DANZA DE LA LUNA EN SANTIAGO

Como en otros poemas de Federico, en este que es el último de los dedicados a Galicia, vuelven a destacar dos elementos claves en la obra del maestro de poetas, la luna y la muerte. En esta ocasión es una madre que postrada en su lecho espera la muerte en compañía de su hija. La mujer contempla desde su lecho la plaza de la Quintana de los Muertos y en sus visiones cree ver a un galán, un potro de piedra y a alguien que la mira con tristeza y los ojos llenos de lágrimas. Son los de su hija que le va diciendo que es la luna la que baila en la plaza.

CANCIÓN DE CUNA PARA ROSALÍA DE CASTRO, MUERTA

Este poema lo compuso Federico después de visitar la tumba de Rosalía por la que sentía una gran admiración. En el pide a la poetisa que se levante y continue con su obra para seguir resaltando las letras gallegas. Algo por otra parte imposible por cuanto Rosalía ya estaba muerta. Pero tanto Rosalía como Él mismo han salido de sus tumbas y sus voces se han hecho universales e infinitas y siguen pregonando a los cuatro vientos sus poemas tanto en “Lingua Galega” como en lengua castellana.

CÁNTIGA DEL NIÑO DE LA TIENDA

Este poema está inspirado por la nostalgia que sentían los emigrantes gallegos que por un motivo o por otro habían emigrado a la Argentina y muy concretamente a Buenos Aires en busca una vida mejor. A ellos Federico les dedicó esta poema.

NOCTURNO DEL ADOLESCENTE MUERTO

Este poema está inspirado en un hecho desgraciado y triste, el ahogamiento de un adolescente en el rio Sil. Al terminar una actuación de su compañía itinerante la Barraca, alguien advirtió que había un chico ahogado en el rio y todos fueron corriendo a verlo y Federico compuso este poema en su honor.

ROMANCE DE NUESTRA SEÑORA DE LA BARCA

Este poema está inspirado y dedicado a la Virgen de la Barca. Cuenta la leyenda que un día el apóstol Santiago estaba sentado a la orilla del mar se encontraba desanimado y triste, pues se daba cuenta que sus sermones no tenían el efecto que deseado. Pues la gente seguía con sus costumbres paganas. Entonces se la apareció la Virgen que venia en una pequeña barca de piedra para infundirle nuevos ánimos.

MADRIGAL A LA CIUDAD DE SANTIAGO

Federico García Lorca, viajó en varias ocasiones a Galicia y como no podía ser de otra manera se interesó vivamente por la cultura de aquellas tierras, por lo que escribió seis poemas en gallego, que se han traducido al castellano con el mismo éxito que toda su obra. Este es el primero de ellos dedicado a la ciudad de Santiago.

RÉQUIEM POR FEDERICO XI

Este undécimo réquiem, es el último de los que el autor -Rafael de León- dedicó a Federico García Lorca. Una vez más menciona alguno de los personajes que aparecen en las obras de Lorca. Esta vez es Antonio Torres Heredia el “Camborio” el que encabeza la queja y el llanto por Federico. Una paloma baja volando desde Sierra Nevada a besarle la frente al maestro de poetas. Mientras que la poesía con la que no nos pudo deleitar suena dentro del esqueleto del maestro de poetas.

RÉQUIEM POR FEDERICO X

En este décimo réquiem, el autor una vez más vuelve a inspirarse en la obra del maestro de poetas Federico. Es la obra de teatro Yerma a la que recurre el autor del réquiem para componer las estrofas de este. Yerma llama y llama al hijo que desea tener y no le importaría parirlo si fuera capaz de quedarse embarazada.