lunes, 24 de diciembre de 2018

FELICITACIÓN AL CIELO


FELICITACIÓN     AL     CIELO



Barcelona 24 de diciembre de 2018



Mis queridos padres, me alegraré de que, a la llegada de ésta a vuestro poder, se encuentren bien, nosotros bien gracias a Dios.

Mama, antes de nada, quiero pediros perdón por mi tardanza en escribiros, ya sabe usted lo malo que soy para ponerme a escribir.

Pero en unas fechas como estas mi pereza se acaba y tomo la pluma y el tintero y me dispongo a contarles lo que nos acordamos de vosotros, tanto los niños, como Carmen y yo, y os deseamos que paséis unas muy Felices Navidades y un Prospero Año Nuevo.

Nosotros las pasaremos bien todos juntos y acordándonos de vosotros.

Lo que me da pena es no poder hablar con usted y papá, a ver cuándo ponen el teléfono en el cielo para poder hacerlo, aunque sea como cuando llamaba a casa de la señora Remedio o a la farmacia.

Por cierto, que supongo que tanto la señora Remedio como la señora Doña Concha, estarán por esos lares, lo que no sé es si las tienes de vecina como cuando estabais por aquí, si es así y os veis a menudo, diles que les estoy muy agradecido a ambas, de cuando las molestaba al llamar por teléfono a sus casas, y salían corriendo a avisarte de que te llamaba, hiciera el tiempo que hiciera,  mientras yo esperaba ansioso para poder hablar contigo.

Dale muchos besos de mi parte a esas dos grandes señoras y buenas vecinas.

Otra cosa mamá, que supongo que por ahí también estarán los padres de Carmen, a los que seguramente veréis a menudo, pues tengo entendido que las distancias no existen ahí.

Esta felicitación también es para ellos, díselos cuando los veas y dile que también nos acordamos mucho de ellos, especialmente de mamá Carmen, que es como la llamábamos.

Nos acordamos mucho de ella cuando estamos cargando el coche para venirnos, por que al igual que a ustedes, todo le parecía poco para que nos lo trajéramos para Barcelona, no terminaba nunca de sacar cosas para que las metiera en el coche y yo ya no sabia donde ponerlas y ella aún seguía trayendo cosas, que si un paquete de azúcar, otro de harina, un cartucho de garbanzos, unas almendras… en fin todo lo que se le ocurría.

¡Qué gran mujer! ¡Era la bondad echa persona!

Mamá, aparte de felicitaros también quiero deciros… ¡Que ya sois bisabuelos! De un niño precioso que se llama Eloi, ese es el nombre que han elegido sus padres que son su nieto Ismael y su compañera Judith, si aquella chica con la que fuimos un año al toro, no se si se acordará, yo si me acuerdo de que estaban los dos jugando en la puerta y tu los mirabas por la ventana de la cocina y dijiste: ¡míralos, cual quiera le quita las flores a mayo…!

 Supongo que estarías pensando en lo feliz y contentos que se le veían, pues siguen igual o más si cabe y nosotros también con ese nieto tan hermoso que nos han traído al mundo.

Que también se lo digas a los padres de Carmen que ya son bisabuelos y le enseñas la foto que te mando, que estoy seguro de que os va a encantar a todos. ¡Es que es muy bonito, mamá!

Les mando una foto para que lo conozcan.

Del Santi tengo que decirles que este año que viene estrena casa, se la ha comprado estos días atrás.


El David está el pobre un poco agobiado, pues por su trabajo no para de viajar para arriba y para abajo, no al extranjero ahora no sale, solo por España, cuando acabe la temporada de futbol ya se queda más tranquilo.

Bueno que voy terminando que, si no me embarga la nostalgia y me voy a emocionar, así que sin más por ahora reciban nuestro más cariño y fuerte abrazo de estos tus hijos y nietos y bisnietos que lo son, Carmen, Pedro, David, Santiago, Ismael y Eloi.



Autor: Pera H.

Fecha: diciembre 2018

domingo, 23 de diciembre de 2018

VILLANCICO PARA MI NIETO ELOI



VILLANCICO PARA mi nieto ELOI POR SU PRIMERA NAVIDAD


Que se va a hacer, que se va a hacer…

Que en el cielo hay ángeles

Que alquilan balcones.

 Para ver a Eloi

 En esta Navidad.



Levanta Eloi hermoso

Y llena con tu risa todito el jardín

Todito el jardín, todito el jardín.

Que con ella nos alegras la vida

Desde que llegaste en el mes de abril.



A las diez de la mañana

Estaba Judith,

En la maternidad, en la maternidad…

Diciendo, ¡Ay Dios mío!

¡Que Eloi va a llegar!

¡Que Eloi va a llegar!



A las diez y media de la mañana

Estaba Ismael, estaba Ismael

Con su niño en los brazos

Diciendo… ¡Ay Dios mío!

Que Eloi ¡ya está aquí!

Que Eloi ¡ya está aquí!

Autor: Pera H.

Fecha: diciembre 2018


sábado, 22 de diciembre de 2018

jueves, 13 de diciembre de 2018

SOLITARIO Y LIBRE II


SOLITARIO Y LIBRE II

 Después del episodio de sonambulismo vivido y de la breve y reflexiva respuestas dada a su amigo Rufus, Rimundo intentó -aunque sin éxito- conciliar de nuevo el sueño.

Le fue imposible, de su mente no se apartaba la imagen de aquella mujer morena, de rostro lleno de misterio por mor de unos ojos negros como el carbón que le miraban de tal forma que sentía que le desnudaban el alma y el corazón, sin que él pudiera hacer nada por evitarlo.

Era como si le clavaran mil puñales en su pecho, por cuyas heridas se le escaba a raudales la ardiente pasión que le embargaba desde los pies a la cabeza cuando Anita le miraba fijamente a los ojos.

Harto de dar tubos de un lado a otro de la cama y dado que el acostumbra a levantarse apenas raya el día, se tiró de la cama, abrió la ventana de la habitación y observó como los primeros rayos de sol empezaban a iluminar la madrugada.

Calzándose sus sandalias de andar por casa y arropándose con su sayo, fue hasta la chimenea y avivó el rescoldo del fuego de la noche anterior con unas piñas secas y unas taramas finas de brezo que siempre tenía en la leñera para ese menester.

En cuanto sopló un poco las ascuas con el “Reo”, las llamas prendieron inmediatamente produciendo su característico chisparreto, puso unos palos de leña un poco más gordos para que el fuego se consolidara.

Mientras esto sucedía, él puso las “estraves”, él las conocía por ese nombre, -(trébedes)-, encima de la candela y sobre ellas el baño de zinc que usaba para calentar el agua de su aseo diario.

Así mismo, preparó la cafetera, para que en cuanto estuviera lista para ser usada el agua de su baño, ponerla sobre la “estreves” y que se fuera haciendo el café que se tomaría en su desayuno, mientras él procedía al aseo diario.

Su amigo Rufus, aun continuaba enroscado en su camastro, con la nochecita que le había hecho pasar su amigo, no tenia muchas ganas de ponerse en marcha tan temprano.

Rimundo, una vez el agua adquirió su temperatura ideal para ser usada en el aseo pertinente, la traspasó al aguamanil que, junto con la palangana y el palanganero, constituían uno de sus utensilios de aseo.

Conjunto, que se completaba con una “panera de corcho” grande que cuando procedía, usaba para su aseo corporal completo, su correspondiente “bacinilla”, su brocha de afeitar y su maquinilla de cuchillas marca “la palmera” y otros de menor importancia, pero tan necesarios como los anteriores.

De camino al pequeño compartimento anexo a su habitación, vio que su amigo aun continuaba en su camastro, por lo que le propinó una liguera patada con la punta del pie, al mismo tiempo que le decía…

  - ¡“¡Vamos perezoso, que ya es de día”!

 Rufus lanzó un ladrido de protesta, como diciendo…

- “Vaya, hombre con la nochecita que me has dado…” ¡Aun quieres que me levante ya…!

Rimundo se metió en el baño, riéndose de las quejas de su amigo,

- “Venga perezoso, que eres muy perezoso, apostillo”.

Rufus miró a su amigo con una cara de sorpresa imponente, no se creía lo que estaba viendo y escuchando, su amigo con una sonrisa en de oreja a oreja y lo más extraño aun, canturreando una cancioncilla que estaba muy de moda por a aquellos entonces.

Era una canción que decía algo así como…

- “Porompompon, porompompero”, la cantaba un cantante muy popular del cual no sabía su nombre, porque él no entendía el lenguaje de los humanos, si había entendido lo del dichoso “Porom…” era porque se lo había escuchado tararear a su amigo y a ese sí que lo entendía.

En fin, que ya no le quedaba más remedio que levantarse, pues su amigo había hecho el milagro de despertarlo por completo.

Se desperezó y salió de la habitación fue hasta la puerta, con la boca corrió el “pestillo” de la ventana que habían practicada en la puerta para que él pudiera salir a satisfacer sus necesidades, -que también las tenía- y a paso ligero llegó al hoyo situado en la parte de detrás de la casita que hacia las veces de “estercolero” donde acumulaban las basuras y restos orgánicos de los distintos animales que habitaban en la finca, incluidos los de Rimundo, con el fin de que se deshidrataran para hacerlos servir como abono orgánico a la hora de preparar la tierra para la siembra de cereales, legumbres, verduras… o simplemente para abonar los numerosos árboles que crecían en la finca.

Al regreso de su excursión matinal y una vez dentro de la casa, cerró la ventana de la puerta y la aseguró con el cerrojo con el mismo procedimiento que había utilizado para salir.

Vio que su amigo Rimundo ya se había aseado y trapicheaba con los cacharros del desayuno, lo que el hizo recordar que tenía un hambre atroz.

 Ocuparon cada uno su lugar correspondiente y se dispusieron a dar buena cuenta de lo preparado para saciar el hambre que ambos sentían royéndole el estómago.


 
Rufus contemplo a su amigo con cara de sorpresa, no se había fijado con detenimiento en él, observó que se había aseado muy cuidadosamente, vestía ropas de trabajo, pero limpias, cuando acostumbraba a cambiarlas el fin de semana y hoy era viernes así que aún faltaba el sábado para que se produjera el citado cambio.
- ¡Pero bueno…! ¡Que estoy viendo! ¡Si se ha puesto hasta brillantina! Exclamó para sí, Rufus.
Se pasó una de las patas delanteras por la cara para cerciorarse de que estaba despierto, y que su vista no le jugaba una mala pasada, pero no, lo que veía era la pura realidad.
Su amigo, antes de empezar a desayunar, seguía canturreando mientras manejaba el transistor que días atrás había comprado a un señor que se dedicaba a reparar las cunetas de la carretera con la que lindaba la finca.
En la que, de momento, solo se oía alguna marcha militar, así que la desconectó porque no le gustaba mucho lo relativo a los militares, con el tiempo que pasó haciendo la mili obligatoria, Rimundo había tenido más que suficiente en cuanto a ese tema.
Como íbamos diciendo, Rufus estaba muy sorprendido con la actitud de su amigo, esa sonrisa de oreja a oreja…; ese canturreo por la mañana temprano…; esa brillante mirada…; en fin, que no era el que acostumbraba a ser cada día.

De pronto se le vino a la memoria la escena vivida la noche anterior.

- ¡A que iba a ser eso…! Se lo quedó mirando fijamente hasta llamar atención de Rimundo, este al percatarse de que su amigo le estaba interrogando con la mirada, acentuó su sonrisa y exclamó…

- ¡A ver, a ti que te pasa…!

Rufus, que ya se iba imaginando el porque de toda aquella parafernalia, se tapó los ojos con la pata delantera al tiempo que emitía un largo y repetido aullido.

- ¡Guaaaauuuu, guaaaauuu! Y empezó a mover la cabeza de arriba abajo como riéndose…

 - ¡De que te ríes tu… Eh! Le interpeló Raimundo.

- ¿Yo…? ¡De nada, de nada! Contestó Rufus, pero la expresión de su cara decía claramente otra cosa.

- ¡Que no te rías, que no es cosa de risa…! ¡He tomado la decisión de hablar con ella hoy!

La sonrisa que minutos antes iluminaba la cara de Rimundo había desaparecido y ahora mostraba una muesca de preocupación y nerviosismo.

Rufus la miraba entre risueño y divertido, algo que encolerizó a Rimundo, que levantándose de la mesa fue a coger una “tarama” de las que usaba para encender el fuego para atizarle un buen “taramazo” a su amigo por estar riéndose de él.

Rufus que se percató de lo que se le venía encima, pegó un salto hacia la puerta descorrió el cerrojo a toda pastilla y se lazó hacia la calle como un rayo, así y todo, no pudo evitar que el “taramazo” le alcanzara en casi todo su rabo, cosa que dio por bien empleada habida cuenta del buen rato que había pasado a costa de su amigo.

¡Y lo que le quedaba aún…!

Cuando le contara a Montolla la novedad del día, no por el hecho en sí, si no por el nerviosismo y la preocupación que se refleja la cara de su amigo.

Pasados cinco minutos, mas o menos, asomó la cabeza por el ventanuco con sumo sigilo y cuidado, pues suponía que a Rimundo todavía le duraba el mal humor.

Pero no, Rimundo estaba dando cuenta de su suculento desayuno a base de unas buenas tostadas untadas con una impresionante “zurrapa de lomo” y un humeante “jarrillo” de café negro.

 En vista del panorama, Rufus dedujo que ya no peligraba su integridad física, así que traspasó de nuevo la puerta hacia el interior y se dispuso a dar él también buena cuenta del desayuno que le había preparado su amigo.

Rimundo estaba terminando su desayuno y él se dio buena prisa para terminar también el suyo, puesto que tenia unas ganas irresistibles de comunicarle a “Montolla” las novedades del día.

Rimundo ya había recogido los trastos del desayuno, y se empleaba afondo en fregarlos ayudándose de una mata de “Mata Gallos” que usaba como “fregón” y que crecían en abundancia en el pinar de la finca, por lo que le salían sumamente económicos y además no era necesario usar jabón alguno, que por otra parte tampoco abundaba y los pocos que circulaban por el mercado eran carísimos.

  Rufus salió sigilosamente de la estancia para no provocar de nuevo el mal humor de Rimundo.

Ya iba a ir en busca de “Montolla”, cuando pensó que quizás sería bueno pedirle disculpas por lo acontecido momentos antes.

Volviendo sobre sus pasos, asomó la cabeza por el ventanuco para dirigirse a su amigo.

Como lo vio tan absorto en el fregado, para llamar su atención, profirió un corto aullido como pidiéndole clemencia.

Rimundo en ese momento tenia en la mano un “Jarrillo de lata” de los usados en el desayuno.

- ¿Clemencia? ¡Tienes toda la cara dura de pedirme clemencia, con lo que te has reído de mí! ¡Pues toma, hay va tu clemencia!


Y el “Jarrillo de lata” voló hacia el hocico de Rufus con la mata de “Mata Gallo” incluida.
Rufus se retiró raudo y veloz del ventanuco apartándose a un lado al mismo tiempo, ya que sabia que su amigo tenía una puntería infalible cuando lazaba algo con la mano.
Efectivamente, el proyectil atravesó el espacio donde milésimas de segundos antes ocupaba la cabeza de Rufus y fue a estrellarse contra el suelo haciendo un ruido de mil demonios y sumando una abolladura más a las ya existentes.
Se dio cuenta que no estaba el horno para bollos, por lo que hizo mutis por el foro y se fue en busca de “Montolla” para ponerlo al tanto de lo ocurrido instantes atrás y de la decisión del amigo de ambos.
Rodeó la casa y fue hasta la parte de detrás donde pernoctaba “Montolla”, golpeó dos veces con la pata delantera la puerta al mismo tiempo que lanzaba un par de ladridos para que éste supiera que era él y no cualquier otra alimaña del bosque.
La puerta al igual que la de la entrada principal, pero a diferencia de esta, tenía practicada en la parte superior, un “postigo” lo suficientemente grande como para que el animal pudiera asomar su cabeza por el hueco que se aseguraba por dentro mediante una “tranca” de grueso calibre.

El motivo de haber practicado la mencionada apertura era porque, cuando las inclemencias del tiempo eran muy adversas y no permitían que el ocupante de la “cuadra” saliera de su habitáculo, al menos pudiera sacar la cabeza y disfrutar de aire no contaminado por los gases que emanaban de los restos orgánicos propios, algo por otra parte muy normal en las “cuadras” habitadas por esos animales.

Ya sabemos que “Montolla” era un burro, pero de tonto no tenía ni un pelo, igual que su congénere, el que tocó la flauta por casualidad.

Uno de esos días de frio invierno, agachó la cabeza cerca de la puerta y al levantarla también levantó la susodicha “tranca”, la cual salió de su alojamiento liberando al “postigo” de la “traba” que le impedía la apertura, un golpe de aire hizo el resto.

Rimundo cuando vino a sacarlo de la “cuadra” se encontró con que “Montolla” había abierto el “postigo” por casualidad, hecho este que le dejó un poco preocupado, pero al día siguiente se repitió la operación solo que al no hacer aire el “postigo” no estaba abierto, por lo que pensó que como el de la flauta, “Montolla” lo había abierto por casualidad, como así había sido, por lo que no le dio más importancia al hecho, llegando a la conclusión de que había sido el animal el que de forma fortuita había quitado la “tranca”.

No obstante, reprendió al animal y le hizo ver la cantidad de peligros que podía correr si alguna de las alimañas que habitaban en el bosque se dignaba hacerle una visita nocturna y se encontraba el “postigo” abierto.

Lo que no sabemos es en que idioma, o de qué forma se lo hizo comprender y nos tememos que esa incógnita es algo que quedará sin resolver.

Claro que como hemos dicho, “Montolla” de tonto no tenia ni un solo pelo, y al escuchar las consecuencias que podía acarrear su acción, tomó buena nota y solo quitaba la “tranca” con su cabeza si estaba seguro de que quien estaba en la puerta era alguien de su confianza, o  cuando el sol entraba ya por las rendijas de la puerta, pues solía ser la hora en que su amigo Rufus o su amo Rimundo venían a buscarle.

Para evitar esas acciones no deseadas, había convenido con Rufus una contraseña para poder identificarle.

“Montolla” una vez contactado que era Rufus quien picaba en la puerta, procedió a quitar la “tranca” mediante el proceso descrito.

Rufus brincó sobre sus patas traseras y de un salto empujó el “postigo”, una vez abierto y mediante otro salto se encaramó al perfil de la puerta y desde allí al interior del habitáculo de “Montolla”.



Una vez dentro, empezó aponer a su amigo al tanto sobre las buenas nuevas referente a las tribulaciones del amo de ambos las cuales los dos tenían conocimiento.

Con las orejas tiesas, para no perderse detalle, escuchaba entre divertido y sorprendido, por lo que cuando Rufus terminó de ponerle al corriente, no pudo evitar lazar un burlón rebuzno al mismo tiempo que su confidente también mascullaba alaridos risueños.

Otra cosa que no hemos podido comprende es, como consiguieron entenderse los dos amigos, máxime si tenemos en cuenta que ambos individuos pertenecían a espacies diferentes.

 En fin, son misterios del mundo animal que no nos corresponde a nosotros clarificar.

Aunque no de forma nítida, desde dentro de la casa, a Rimundo le llegaba el rumor de lo que mascullaban sus dos subordinados.

-Estos ya se están divirtiendo a mi costa… pensó.

En el fondo se alegraba que a ellos les hiciera gracia su decisión, más que nada porque Rufus no había habido día en que no le instara a ello.

Él no quería hacerle caso, pero al final había tenido que darse por vencido y tomar la decisión de hablar con Anita.


 
Al pensar en ella, la sonrisa volvió a su rostro y reconoció que a sus dos amigos -por qué más que nada eran sus amigos- les hiciera gracia lo que le había costado decidirse a dar el difícil paso, ¡Y aun no estaba muy convencido…!
Dentro de la casa sonó una carcajada, por lo que ¨Montolla” y Rufus dedujeron que a su amigo ya se le había pasado un poco el mal humor provocado por la actitud de este último.
Usando el mimo proceder que había utilizado para entrar, Rufus abandonó la “cuadra” para averiguar el motivo de la risa de Rimundo, no obstante, asomó la cabeza con precaución -por lo que pudiera ocurrir- por el ventanuco de la puerta principal de la casa.
Rimundo había terminado de fregar y de recoger los cacharros del desayuno y se había sentado en la silla baja al calor de la lumbre, con su cachimba en la boca, como era temprano y hoy no tenía intención de trabajar, hasta   el sol terminara de despuntar, se dispuso a terminar la honda que se estaba haciendo para espantar a los pájaros, jabatos y demás bichos montunos que merodeaban por los montes colindantes a la finca, le faltaba que terminarle la “rabiza”, que iba a hacerla con una hebras de “pita” que había preparado unos días atrás, sacándolas de la hoja que había cortado de una de las plantas que crecían espontáneamente en la finca.

La obtención de estas hebras era un trabajo laborioso, primero había que cortar la hoja de la planta teniendo cuidado de no pincharse con alguno de los pinchos que tenia en sus bordes y sobre todo, con el que tenia en su extremo ya que este era muy duro y de unas dimensiones considerables.

A continuación, había que someter a la hoja a un proceso de machacado con la maza de “majar el esparto” posteriormente y mediante un “raspador” y apoyándola sobre una madera o cualquier otro soporte, se debía ir raspando toda la carne de la hoja hasta conseguir que las hebras atuvieran totalmente limpias.

El motivo por el cual quería emplear este material para la “rabiza” en vez del esparto con el que había elaborado el resto de la honda, era porque con las hebras de “pitas”, al hacer restallar la honda, la “rabiza”, producía un ruido mucho más fuerte y seco que las de “esparto”.

En el radio/transistor que había conectado antes de sentarse, sonaba una marcha militar, a la que no prestaba atención alguna, el trabajo manual que estaba realizando, lo hacía de forma maquinal.

  Sus pensamientos estaban concentrados en pensar el cómo y el cuando sería el momento más indicado para dirigirse a Anita con el fin de ponerla al corriente de sus pretensiones.

Algo que se le antojaba bastante difícil por lo que no se le ocurría como ni por dónde empezar su disertación con ella.

En la radio/transistor que había conectado momentos antes, ya empezaban a sonar las señales horarias que anunciaban la radiación del “parte” matinal diario donde se contaban las noticias y acontecimientos ocurridos en el país durante el día anterior.

 Le sorprendía y admiraba, que aquel diminutivo aparato que había adquirido meses atrás al señor que limpiaba las cunetas de la carreta, fuese capaz de reproducir lo que estaba diciendo alguien que hablaba a tantísimos kilómetros de distancia se donde estaba ubicado el dichoso aparato.

Pero no solo reproducía lo que hablan, sino que también radiaban programas musicales, discos dedicados, concursos o programas de solidaridad y otros de entretenimiento.

A él lo que le gustaba escuchar, principalmente era el “parte”,  otro que oía a menudo eran, los discos dedicados, que era un programa en el que mediante una carta enviada a la redacción de la emisora, se pedía que radiaran una canción para que la escuchara la persona a quien iba dedicada, claro que no solo la oía esa persona , sino cualquiera que tuviera la radio sintonizada, quien con mas asiduidad usaba este servicio, eran las novias que tenían a su novio haciendo el Servicio Militar Obligatorio.

Radiaban un programa que le gustaba mucho escuchar, lo daban en la hora de la sobremesa nocturna y se llamaba “Matilde, Perico y Periquín”, donde se exponían las tribulaciones y vivencias diarias de una familia corriente de aquellos tiempos.

Abundaban los programas de concurso, pero a él no le interesaban mucho por cuanto no tenía intención de presentarse a ninguno.

Como ya había terminado la “rabiza” de la honda, había terminado el “parte” y su cabeza empezaba a parecerse a una olla de grillos de tanto darle vueltas al asunto de su petición a Anita, se levantó de la silla, desconectó la radio y salió al llano que había en la puerta de la casa y se dispuso a probar la honda.

Provisto de una piedra de mediano tamaño, la colocó en la honda y haciéndola voltear sobre su cabeza soltó el proyectil que fue a impactar de lleno en la piña de un pino que había elegido previamente como blanco, y que distaba unos cincuenta metros de donde él se encontraba, a continuación, la hizo restallar contra el suelo dando lugar a que se produjera un chasquido potente y seco que retumbó como un trueno.

Satisfecho plenamente por el resultado de ambas pruebas decidió que ya era hora de abrirle la puerta del gallinero a las gallinas y de ir poniéndole el “jato” a “Montolla” para iniciar la excursión al pueblo con el fin canjear los productos que había cosechado de la finca, proveerse de sumisitos y lo más importante y difícil al mismo tiempo… ¡Pedirle a Anita una cita!
Autor: Pera H

 Fecha: diciembre 2018



sábado, 8 de diciembre de 2018

El Pueblo Andaluz


EL PUEBLO ANDALUZ



El pasado día dos del mes en curso, como todos sabemos se celebraron elecciones autonomías en Andalucía, mi patria chica.

En ellas se han dado unos resultados que nadie se atrevía a pronosticar, la irrupción de la extrema derecha en el Parlamento Andaluz ha sido una sorpresa mayúscula, pues si bien es cierto que se esperaba su entrada, no es menos cierto que nadie preveía que lo hiciera con tantos diputados por eso, su entrada ha producido el mismo efecto que la entrada de un elefante en una cacharrería.

Después de conocido el dichoso resultado, que por cierto parece que solo les ha gustado a los nuevos chupones de la teta de papá estado, han salidos todos, los viejos partidos, los que venían a reformarlo todo presumiendo de ser campeones incorruptibles, los campeones de la igualdad y que a los que militan en sus filas les llaman miembros, y miembras, a buscar culpables del estropicio, que son todo el mundo menos ellos.

Ninguno de ellos se reconoce responsable del estrepitoso resultado que en ellas se ha dado, a pesar de que algunos les haya ido medio bien, a otros fatal y a los de extrema derecha fenomenal.

Digo estrepitoso, porque es un estropicio, no el resultado en sí, sino, la forma en que este se ha producido.

Han sido unos comicios en los que casi la mitad de los andaluces no han querido participar y eso sí que es un verdadero desastre.

A tenor de los resultados cabe preguntarse ¿Por qué no han querido participar? Esta creo que es la pregunta del millón.

Sin pretender ganarlo, pienso que tengo una respuesta para esa pregunta, no es muy original, lo reconozco, pero es una respuesta, al fin y al cabo.

El pueblo andaluz está harto. Harto de que todos jueguen con él, de que sus gobernantes les digan que están para resolverles los problemas y lo único que hacen es aumentárselos cada día.

Hartos de que los aspirantes a gobernarlos les prometan tres cuartos de lo mismo y cuando tiene la oportunidad de demostrárselo le dan la vuelta a la tortilla, dejándolos una vez más como el “Gallo de Morón, sin plumas y cacareando” que decimos por estos lares.

Han sido muchos los que han obstado por no ir, pues para hacerlo tenias que ponerte una pinza en la nariz y unas gafas muy oscuras si te decidías por votar a unos, para hacerlo por otros te podías quitar la pinza, pero no las gafas.

Así que, entre correr el riesgo de sufrir una intoxicación o darte algún cabezazo contra una esquina y escalabrarte, muchos han pensado que no merecía la pena exponerse a ninguna de las dos cosas, decisión está muy respetable, por cierto, máxime si consideraban que el beneficio que iban a obtener era pírrico.

Nada se les debe censurar a los que han decido participar, unos lo habrán hecho con la esperanza e ilusión de cambiar las cosas, otros, como digo, con la pinza y las gafas en el sitio correspondiente, todos son respetables y nadie tiene derecho a cuestionar sus decisiones, por suerte en nuestra Constitución está consagrado nuestro derecho a tomarlas.

Por todo lo dicho, es por lo que me cabrea, me hastía, me molesta y hasta me asquea, que haya quienes estén criticando y menos preciando al pueblo andaluz que, si son analfabetos, catetos, incultos…

No señores políticos y no políticos, los andaluces han actuado como ellos han creído que debían de actuar, le han dicho a tanto politiquillo de tres al cuarto, que ya no lo engañan más, que se metan el paripé de ir repartiendo besos y abrazos por los mercados y otros lares, cada cuatro años o menos, por donde les quepa, que ha ellos ya no se la dan con queso y que si quieren seguir con su pantomima, pues que sigan, pero sin su aquiescencia.

Si por haber tomado esa decisión se tiene que menospreciar a un pueblo, permítanme que les diga que los analfabetos, catetos e incultos, son quienes los están menos preciando, pues si todos, en algún momento, tomáramos la misma decisión que han tomado ellos, el paripé de cada cuatro años se convertiría en un acto serio en el cada actor interpretaría su papel con responsabilidad, diligencia y honestidad.



Autor: Pera H.

Fecha: diciembre 2018

 

jueves, 6 de diciembre de 2018


ELECCIONES ANDALUZAS 2 D

CARTA ABIERTA A MI TOCAYO SÁNCHEZ PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Barcelona 6/12/2018



 Hola presidente, hola tocayo, permíteme que me dirija a ti con tanta familiaridad, me he tomado esa liberad por el hecho de que tenemos el mismo nombre y por qué aprecio tu hazaña de haber sido capaz de resucitar de entre los muertos políticamente, hecho este, que parecía inaudito si tenemos en cuenta la forma tan vil con que se materializó tu asesinato político en fechas no muy lejanas.

 Si esta familiaridad y el tuteo con que me dirijo a ti no es de tu agrado, te pido disculpas por anticipado, tomaré nota y en las próximas misivas te daré un tratamiento mas respetuoso y acorde con el cargo que ostentas.

Tocayo, fuiste capaz con tu comportamiento honesto y cabal, de ilusionar a miles de socialistas, unos de militancia y carné, otros, de corazón a la izquierda y sangre roja, ¿Qué culpa se tiene de eso nadie, si ya se nace con ambas cosas así?

Tocayo, yo, que me tengo por una persona tranquila y serena, que no se altera con facilidad, mira tú por donde, durante estos días, mi corazón está muy alterado y mi sangre caliente.

No cal que te preguntes porqué, pues te lo voy a explicar lo mas concisamente que sea capaz. 

Tocayo, este estado de ánimo, tan ajeno a mi persona, viene motivado, ni más ni menos, que por el horrendo resultado de las elecciones que han tenido lugar en mi patria chica el pasado domingo dos de diciembre.

Tocayo, ¿Cómo es posible que este hecho tan horrendo haya pasado? ¿Cómo es posible que se haya diluido, cual azucarillo, ese enorme capital de ilusión que fuiste capaz de levantar en todos los corazones socialistas?

¿Por qué ha vuelto a cundir el desanimo entre los socialistas de corazón a la izquierda y sangre roja?

¿Cuál ha sido el motivo por el cual, una mayoría de electores le han dado la espalda a un hecho de tanta importancia, como es la elección de todos los que nos tienen que representar para buscar soluciones a nuestros problemas diarios?

Tocayo, ¿Se pensaban los candidatos que ha presentado tu partido que iban a ganar sin bajar del autocar? Como decía un famoso entrenador de futbol de los años cincuenta.

O quizás, ¿Se pensaban que los electores somos unos ilusos con los que se puede jugar como si fuéramos pelotillas de ping pong, que se pueden tirar de un lado a otro de la red dándole raquetazos cada vez más fuerte?

Tocayo, en resumen, ¿Qué ha pasado? No me lo puedo explicar, haber si tu que ere una persona con más entendimiento que yo, me pudieras sacar de este aturdimiento, que hace que no vea con claridad el futuro que nos aguarda, no a mí, -yo ya tengo mi carrera hecha y casi finiquitada-, sino a mis descendientes y a tanta buena gente que llena este hermoso país.

Tocayo, te estuve viendo y escuchando cuando viniste a la Fabrat i Coats más que mirarte a ti, miraba las caras y los ojos de los asistentes, en todas había una expresión de esperanza y en todos los ojos brillaba la emoción ¡La alegría y la emoción del cambio que tu representabas!

Tocayo, si es cierto y no puedo por menos que reconocer que has movido muchas cosas, lo cual es de agradecer, también es cierto que la tarea que tenias y tienes por delante es ingente, pero una vez puesta la cubierta del edificio, hay que dedicar algo de tiempo y medios a limpiar el escombro del interior, pues si no se hace, no puedes terminar la obra en el tiempo previsto y con la calidad desea.

Tocayo, a mi pobre entender creo que te precipitaste, al querer terminar la ciudad ante de haber acabado tu edificio y si ya es muy difícil hacer un buen edificio, huelgo decirte, lo difícil que será el construir una buena ciudad.

Tocayo, como muy bien dice el refrán, el que mucho abarca poco aprieta pues eso creo que te ha pasado a ti, has querido solucionas muchos problemas de golpe y estás desbordado por los acontecimientos, no dudo ni por un momento de tus buenas intenciones, pero para librar esa lucha te has revestido con una armadura tan desastrosa, que no te sirve en absoluto para evitar los sablazos que te dan día sí, día no y el de en medio también.

Tocayo, me tomo el atrevimiento de decirte que con esos mimbres que tienes, tu canasto va a nacer con el culo podrido, por más que te guardes los mejores mimbres para que el borde y el asa te salgan bonitos, el canasto no te va a servir para nada, lo único que vas a conseguir, es quedarte sin higos y con la higuera vacía y los pocos que queden en ella o estarán verdes o podridos por haberlos picoteados los pájaros.

Tocayo, de verdad que no te entiendo, supongo que tu forma de actuar se debe a alguna estrategia que solo tu conoces, tu y tus colaboradores más cercanos, quiero pensar que es eso, pues como te digo, no se comprende tu actitud, ni yo y a la vista de los resultados de estas elecciones, ni la mayoría de los votantes socialista que han obstado por quedarse en su casa, antes de ir a renovar su confianza en el partido socialista.

Tocayo, permíteme para terminar, que te haga un par o tres de sugerencias, a ver si son de tú agrado.

1ª) Apóyate en el mismo pilar que te apoyaste cuando decidiste resucitar de entre los muertos políticos, no te de miedo, ese pilar está anclado a mucha profundidad y tiene tal envergadura que es imposible moverlo o arrancarlo y el que lo intente está condenado al fracaso.

2ª) Haz valer tu fuerza, que es mucha y muy abundante, esa fuerza que te aupó al olimpo de los Dioses socialistas, a pesar del empuje de los diablos que campan a sus anchas en el universo socialista español.

3ª) No tengas miedo, se fuerte, no temas romper algún jarrón chino de los muchos que tienes a tu alrededor, que los jarrones quedan bien para lucirlos en estanterías barrocas, pero si tienes tantos y las estanterías están tan llenas, que te impiden darte la vuelta, pues no pasa nada, si al quitarles el polvo con el plumero, con el codo, tocas alguno sin querer y al caer al suelo se hace añico, créeme es mejor tener pocos y  relucientes, que muchos sucios.

4ª) Haz una profunda limpieza, abre puertas y ventanas, que entre le aire fresco y se ventila la casa, de norte a sur, de este a oeste y de arriba abajo, deshazte de la mochila que llevas llena de cosas obsoletas, llénala de nuevo con ideas, cerebros y personas nuevas y aparta a quienes se han apoltronado en sus cómodos sillones y ya verás como el resultado será satisfactorio para todos.

Y, por último, ya sé que tú eres como el junco, que se curva para resistir el vendaval, sin embargo, hay otras ocasiones que hay que ser firme como la roca dura, que doma y resiste los embates de las rabiosas olas sin moverse ni un ápice de su sitio.

Tocayo, ya no te canso más con mis tribulaciones, muchas gracias por tolerar el haber abusado de tu paciencia y tu tiempo y si te has sentido molesto u ofendido por algo de lo que te he dicho, te aclaro que nada más lejos de mi intención de que ello sucediera, por lo que te pido mil perdones.

Sin más, recibe mi más cordial saludo, quedando a tu entera disposición.



Pera H.


domingo, 2 de diciembre de 2018

LA NAVIDAD


MI REFLEXION SOBRE LA NAVIDAD



Como cada año ha llegado la época de la Navidad.

Esa época en la que nos sentimos liberados del estrés que nos acompaña cada día en nuestra lucha diaria por la supervivencia, que nos hace vivir la vida tan de prisa que no tenemos tiempo ni de mirarnos a la cara los unos a los otros.

 Nuestra vida transcurre en un continuo sobresalto, angustiados por los acontecimientos que pueda depararnos el futuro incierto de este momento que vivimos.

Un futuro cambiante a una velocidad de vértigo, lo que hoy es el ultimo grito mañana está viejo y obsoleto.

No nos da tiempo a asumir los cambios tan radicales que se van dando casi cada día.

En esta sociedad de ¿” Progreso”? en la que estamos inmersos, han dejado de tener sentido, tanto materiales como humanos o espirituales, muchas cosas, principios y valores, que antaño eran indispensables eludir para poder seguir llevando nuestra vida sobre ruedas.

Era impensable que se pudiera, por ejemplo, prescindir de tener en casa una buena cantidad de carbón o leña, so pena de no poder elaborar lo mas indispensable y necesario para nuestro sustento diario:  La condimentación de los alimentos necesarios para mantener nuestra existencia.

Hemos sustituido esta materia por otras energías que nos hacen el mismo servicio.

  Ni por un asomo, hubiéramos sido capaces de negar la mano y nuestro auxilio a cualquier persona necesitada de él.

Hoy en día nos lo pensamos dos veces antes de tender nuestra mano.

Por qué no sabemos las consecuencias que este hecho tan humano y solidario puedan traerte consigo, ya que, el engaño y la maldad, se han extendido como una mancha de aceite.

Nuestros antepasados no hubieran, bajo ningún pretexto, pasado por alto unos valores espirituales como los suyos, que tan arraigados estaban en su forma de entender la vida.

Nos formaron y legaron ese modelo de valores espirituales, humanos y materiales y esa forma de entender la vida.


Valores que con el paso del tiempo hemos ido suavizando unos, postergando otros, y aunque no los hemos olvidado del todo, si que los conservamos como adormilados dentro de nosotros mismos durante el periodo de tiempo que va desde una Navidad a otra.
No es que seamos personas distintas, no, ni tampoco malas personas, lo que ocurre, es que la evolución de la sociedad consumista en la que estamos inmerso nos obliga a transitar tan de prisa por ese periodo de tiempo que llamamos vida, que no nos da tiempo ni siquiera a pensar en como aplicamos los valores y principios que nos legaron nuestro antepasado.
Por eso, cuando llega la época navideña todos, hombres, mujeres y niños, nos tomamos un respiro, dejando de apretar el gatillo del arma con la que nos defendemos de los avatares que nos depara la lucha que diariamente sostenemos durante nuestros quehaceres cotidianos.
Nos paramos, inspiramos profundamente los aires navideños y damos rienda suelta a los sentimientos de concordia, solidaridad y amor que albergamos en nuestro pecho.
Afloran los buenos deseos de compartir le felicidad y la dicha que sentimos con nuestros semejantes y celebramos con ellos el relajamiento, --por unos días—de nuestra titánica lucha diaria.
Repartimos abrazos, felicitaciones y besos, congratulándonos de la venida al mundo de nuestro Redentor.
Nos aferramos con ansias y emocionados, a estos días de paz, concordia y felicidad mientras nos desborda la alegría y deseamos con todas nuestras fuerzas, que el mundo se pare unos minutos, para que podamos mirarnos serenamente y con tranquilidad a la cara todos.
Con el fin de encontrar la manera de convertir esta sociedad en otra más justa y equitativa, en la cual, ninguno de sus componentes conociera el hambre, la miseria o la injusticia de perder la vida por falta de medios para conservarla.
Lo triste, lo doloroso, es que unos desventurados días mas tarde nos damos cuenta de que todo ha sido un espejismo, la fatal realidad nos arrastra de nuevo a la agitación de los acontecimientos cotidianos, que inexorablemente, son parte de nuestra existencia.
Continuamos apretando el gatillo de forma inconsciente sin reparar a quien hieren las balas que disparamos.
Entonces, agachamos la cabeza y seguimos tirando del carro, como bueyes unidos al yugo, lamentando que el tiempo navideño no sea infinito.         
Autor: Pera H.
Fecha: Diciembre, 2018

miércoles, 28 de noviembre de 2018

ESCENA 3ª






ESCENA 3ª

MIS PRIMERAS LETRAS



Esta escena transcurre en la finca donde teníamos el tejar.

Allí, mi padre en tiempos veraniegos se dedicaba a hacer tejas y ladrillos macizos para la construcción. Durante el invierno esta actividad no podía desarrollarse debido a que las lluvias destruían las piezas confeccionadas por estar estas en estado crudo.
 En la finca, teníamos una casita donde pernoctábamos en dicha época, circundada por sendos barrancos, puesto que se ubicaba en lo alto de un pequeño montículo.
No sé por qué milagro no llegue a caer rodando por ninguno de ellos, algo que traía a mal traer a mi señora madre cuando jugaba en el llano que había en la parte delantera de la casa.

 ¡Supongo que sería por instinto de supervivencia!

Ahí fue donde aprendí mis primeras letras, y como no, vineros de la mano de una de las dos mujeres mas importantes de mi vida.
Una de ella aún está conmigo y espero que, por mucho tiempo, la otra para mi pesar y dolor, se me marchó para nunca volver.

 Esta última fue la que, con infinita paciencia, a la sombra de un gran pino que había en una esquina de la casita, -cuando ya había terminado con sus menesteres de cada día- me inculcó aquello de… a, e, i, o, u. 
¡Sin lo de borriquito como tú!
Lo de...1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10...
   El… a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.
También me inició en la pronunciación de las distintas combinaciones entre las letras de nuestro bonito y rico idioma, es decir, eso de… la "m con la a" dice "ma"; la "m con la e" dice "me"; la "m con la o" dice "mo"; y así sucesivamente, hasta componer la gloriosa frase que era la primera que todos aprendimos -o al menos yo fue la primera que aprendí- la que decía…"Mi mamá me ama".
Con la misma paciencia y dedicación, unas veces en la pizarra y con el pizarrín, guiaba mi pequeña mano hasta plasmar en la pizarra los signos en forma de letras vocales o las consonantes y los números de nuestro sistema decimal. 


Al cabo de unos meses, no se de donde las sacó supongo que, de la tienda de Avilés, ya que allí vendían de todo lo habido y por haber, me trajo unas libretas de caligrafía, donde estaban las letras escritas a base de puntitos sucesivos entre líneas paralelas. 
Con un lápiz, que también compraría en la misma tienda, había que ir uniendo entre sí los puntos
impresos entre las líneas sin que el trazo rebasara ninguna de ellas.
Rellené unas cuantas libretas de aquellas, pero nada, mi letra manuscrita sigue siendo horrorosa.
Me fastidiaba un poco, cuando sentía la voz de mi madre, decir, ¡Pedro, ven para acá que vamos a leer! ¡No me hacia nada de gracia!  
Con lo a gusto que yo estaba espantando a las gallinas, correteando detrás de los cigarrones que iban saltando a medida que me acercaba a ellos, o cuando bajaba al llano donde mi padre estaba trabajando el barro y me permitía coger un trozo para modelarlo a mi gusto.
Mas que modelar lo que hacia era llenarme de arriba abajo de mancharrones de barro, por lo que antes de darme de leer, se veía obligada a meterme en el baño de zinc que tenía para esos menesteres y darme un escamondado que me dejaba limpio y listo para volver a ponerme hecho un oso de nuevo.
Quizás el haber empezado a leer y escribir a tan temprana edad sea de donde me viene el gusto por la lectura y por emborronar papeles, que es algo que me gusta bastante.
Lo que, si os puedo asegurar, es que nunca agradeceré a mi madre lo suficiente, el ingente esfuerzo que tuvo que hacer para enseñarme lo poco que ella sabía que era eso.
Leer, escribir y a duras penas las cuatro reglas.
¡Mamá, no me cansaré nunca de darte las gracias por todo lo que hiciste por mí y siempre te tendré presente!  
Autor: Pera H.
Fecha: noviembre, 2018