sábado, 8 de diciembre de 2018

El Pueblo Andaluz


EL PUEBLO ANDALUZ



El pasado día dos del mes en curso, como todos sabemos se celebraron elecciones autonomías en Andalucía, mi patria chica.

En ellas se han dado unos resultados que nadie se atrevía a pronosticar, la irrupción de la extrema derecha en el Parlamento Andaluz ha sido una sorpresa mayúscula, pues si bien es cierto que se esperaba su entrada, no es menos cierto que nadie preveía que lo hiciera con tantos diputados por eso, su entrada ha producido el mismo efecto que la entrada de un elefante en una cacharrería.

Después de conocido el dichoso resultado, que por cierto parece que solo les ha gustado a los nuevos chupones de la teta de papá estado, han salidos todos, los viejos partidos, los que venían a reformarlo todo presumiendo de ser campeones incorruptibles, los campeones de la igualdad y que a los que militan en sus filas les llaman miembros, y miembras, a buscar culpables del estropicio, que son todo el mundo menos ellos.

Ninguno de ellos se reconoce responsable del estrepitoso resultado que en ellas se ha dado, a pesar de que algunos les haya ido medio bien, a otros fatal y a los de extrema derecha fenomenal.

Digo estrepitoso, porque es un estropicio, no el resultado en sí, sino, la forma en que este se ha producido.

Han sido unos comicios en los que casi la mitad de los andaluces no han querido participar y eso sí que es un verdadero desastre.

A tenor de los resultados cabe preguntarse ¿Por qué no han querido participar? Esta creo que es la pregunta del millón.

Sin pretender ganarlo, pienso que tengo una respuesta para esa pregunta, no es muy original, lo reconozco, pero es una respuesta, al fin y al cabo.

El pueblo andaluz está harto. Harto de que todos jueguen con él, de que sus gobernantes les digan que están para resolverles los problemas y lo único que hacen es aumentárselos cada día.

Hartos de que los aspirantes a gobernarlos les prometan tres cuartos de lo mismo y cuando tiene la oportunidad de demostrárselo le dan la vuelta a la tortilla, dejándolos una vez más como el “Gallo de Morón, sin plumas y cacareando” que decimos por estos lares.

Han sido muchos los que han obstado por no ir, pues para hacerlo tenias que ponerte una pinza en la nariz y unas gafas muy oscuras si te decidías por votar a unos, para hacerlo por otros te podías quitar la pinza, pero no las gafas.

Así que, entre correr el riesgo de sufrir una intoxicación o darte algún cabezazo contra una esquina y escalabrarte, muchos han pensado que no merecía la pena exponerse a ninguna de las dos cosas, decisión está muy respetable, por cierto, máxime si consideraban que el beneficio que iban a obtener era pírrico.

Nada se les debe censurar a los que han decido participar, unos lo habrán hecho con la esperanza e ilusión de cambiar las cosas, otros, como digo, con la pinza y las gafas en el sitio correspondiente, todos son respetables y nadie tiene derecho a cuestionar sus decisiones, por suerte en nuestra Constitución está consagrado nuestro derecho a tomarlas.

Por todo lo dicho, es por lo que me cabrea, me hastía, me molesta y hasta me asquea, que haya quienes estén criticando y menos preciando al pueblo andaluz que, si son analfabetos, catetos, incultos…

No señores políticos y no políticos, los andaluces han actuado como ellos han creído que debían de actuar, le han dicho a tanto politiquillo de tres al cuarto, que ya no lo engañan más, que se metan el paripé de ir repartiendo besos y abrazos por los mercados y otros lares, cada cuatro años o menos, por donde les quepa, que ha ellos ya no se la dan con queso y que si quieren seguir con su pantomima, pues que sigan, pero sin su aquiescencia.

Si por haber tomado esa decisión se tiene que menospreciar a un pueblo, permítanme que les diga que los analfabetos, catetos e incultos, son quienes los están menos preciando, pues si todos, en algún momento, tomáramos la misma decisión que han tomado ellos, el paripé de cada cuatro años se convertiría en un acto serio en el cada actor interpretaría su papel con responsabilidad, diligencia y honestidad.



Autor: Pera H.

Fecha: diciembre 2018

 

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